martes, 19 de diciembre de 2017

Microrrelatos: a propósito del espejo




1) "Hace ya muchos años, siendo aún un adolescente, tuve una experiencia en la que fui incapaz de reconocerme frente a un espejo. 
Después de ese día me prometí a mi mismo que nunca volvería a contarlo por miedo a que sucediera de nuevo. Ahora, estoy solo". 




2) "El mundo está dividido en dos tipos de personas: en los que ven fantasmas y sienten miedo y en los que tienen premoniciones, y también lo sienten. A simple vista, esto, parece ser incuestionable. Eso me recuerda a que hace muchos años, me miré en un espejo, y sentí miedo. 
Ahora vago por el mundo intentando encontrar mi lugar". 












              Estos textos fueron realizados a raíz de unos ejercicios que se plantearon en la asignatura "Imaginación y creatividad" del Máster en Estudios Literarios, UCM. El ejercicio consiste en crear un microrrelato en base al cuento de Murakami "El espejo".
Link al cuento: http://revistaliterariamonolito.com/traduccion-el-espejo-de-haruki-murakami-por-diana-morales-morales/



jueves, 14 de diciembre de 2017

En mi cielo llueven flores ¿y en el tuyo?



         Otro día más volvía de la facultad por el caminito de la arboleda. Cuando no me encuentro martirizando a algún colega por teléfono aprovecho mi tiempo para observar detenidamente a los árboles, los cuales han pasado a formar parte de un entretenimiento obsesivo en mi vida. Siempre he pensado que la naturaleza aporta un abanico de colores que se complementa muy bien con nuestras vidas, la mayoría de veces, repletas de momentos insulsos. Se podría decir que a raíz de haber perdido las vistas que mi pueblo me ha brindado siempre, relleno esos huecos observando árboles que siendo francos, poco se parecen a los que pueblan los bosques norteños. 
Hace poco descubrí, gracias a estas observaciones, y a fuerza de agudizar mucho el oído, que en Madrid hay loros, loros verdes que gorjean sin cesar como si estuviesen extasiados en un jolgorio desmedido. Me empeño concienzudamente en formar parte de este cántico estival que me traslada a las selvas del trópico donde muchos días pasé mi infancia. 
De todas formas, e independientemente del descubrimiento de los loros verdes argentinos y de sus imparables colonias, la visión esta vez, había adquirido un color totalmente distinto.
Como iba diciendo, vuelvo  a casa de la facultad, los loros duermen ya en sus nidos y las luces de las casas se van apagando con el calor de la cena. 
Muy cerca ya de mi casa, observo un árbol desilachado, sin hojas, más bien mugriento, como si estuviese condenado a vivir solo porque sus hermanos árboles lo han desterrado de su hogar. Diviso a duras penas unas siluetas colgando de sus frágiles ramitas apunto de cascarse, y sin detenerme mucho, continuo caminando. Sello unos pasos más en el suelo y me paro en seco, intentando por un momento descifrar a toda costa la imagen. Vuelvo al origen, al árbol que reclama atención y me pierdo en sus rizomas. Instintivamente me acuerdo de ese árbol solitario del que hablaba Mallo en su obra, y no podía creer que pudieran estar colgados unos zapatos de aquel árbol, - que nada tenía que ver - situado cerca de mi casa. Obligo un poco más a mis ojos, hasta el punto de obtener la perspectiva deseada. 
Y allí estaban, cual colgajo, un puñado de rosas blancas y rojas mirando hacia el suelo. Puestas en una postura yacente, desafiando cualquier ley de gravedad. 
Me detengo unos segundos a escudriñar la imagen grotesca de las flores secas. Por un momento  me asola la inexplicable idea de cogerlas y llevármelas a casa pero reparo en que están a una altura a la que yo no tengo alcance. Un tanto confusa, alzo la vista hacia las terrazas colindantes buscando algún indicio de lógica, algún atisbo de causalidad. La escena se me revela como algo verdaderamente decadente, y se me hace muy difícil asumir que este tipo de sucesos puedan darse sin razón alguna.
La búsqueda resulta infructuosa, pues sigo sin encontrar encima del árbol ninguna terraza con rosas rosas rojas y blancas, y me niego a pensar que de la noche a la mañana - y teniendo en cuenta lo poco que llueve en Madrid-,  al universo le entre el capricho de llover flores secas. 
Finalmente consigo apartar la mirada de ese cuadro revelado, del esqueleto muerto y de las ramas, las cuales sin percatarme habían despertado en mí una serie de rizomas, como apuntaba Mallo en aquel primer pasaje de Nocilla Dream

Es seguro que muchos de vosotros esperabais que la revelación fuera otra, que en un caso distinto, me hubiese dado de bruces con un acontecimiento excepcional, con algún asalto a la vuelta de la esquina, con el borracho que le canta una serenata a la mujer perdida. Pero lo cierto es, que no puedo inventarme cosas que no he vivido, porque yo cuento lo que veo, y lo que veo, quizá, nadie más lo haya visto porque a ojos de otros, resulta insignificante. 
Por supuesto, no le quito la razón.

A mi en cambio, la sucesión de rosas secas, rojas y blancas, me llevó a pensar que, tal vez, exista esa posibilidad remota de que ciertas cosas caigan del cielo. Al igual que me llevó a desear con todo mi ser el que ojalá hubiesen más rosas secas colgando de otros árboles, desafiando las leyes de la lógica y de la gravedad. Pregonando así, desde su frágil decadencia, el poder evocador que pueden llegar a tener las flores, cuya única hazaña reseñable es haber cometido el acto suicida de revelarse. 




14/12, Madrid.







viernes, 1 de diciembre de 2017

La elipse



"En tus manos está el espejo del mundo
ese que todos ven y en cuyo reflejo desearías verte 
cuando todo el mundo te mira.
Líneas horizontales se desdibujan en tus ojos,
esos que se difuminan en el purpúreo mirar 
de una mano que escondida, yace.

¿Es que no te cansas nunca de pintar, 
trémulos labios que, distraídos,
giran sobre sí mismos,
una y otra vez?..."





                  Existen cuestiones que nunca podrán resolverse, ni siquiera en esos vagos intentos de contar historias fragmentarias, imaginadas. Suele ocurrir que nos decantamos por hacer hipótesis que no llevarán a ningún sitio, y en donde estamos dispuestos a desgajarnos de esa parte que se llama verdad, la verdad del otro que nunca podremos llegar a adivinar por la situación en la que nos encontramos. Es sencillo. Fuimos concebidos para crear mundos en donde estamos solos, y por supuesto, el de enfrente, el ajeno. 

Pintalabios, espejo múltiple... la imagen condenada a sustraerse. Los enumero. Sigo contando los segundos que me faltan para llegar a mi parada. Enfrente, el libro plegado y el espejo múltiple, tan transparente, tan opaco, dando girones en un espacio contingente.
Tú seguías observando en un intento de encontrarte, pero yo no estuve ahí para verlo.
A día de hoy continuo imaginándote ahí fuera, sola, incompleta, dispuesta a que alguien vaya y te saque de ese vagón que no deja de dar vueltas. 




 "...Es hora de que cojas tu bolso, 
y te marches muy lejos.


No seré yo, quien engrose tu espejo múltiple,
ese que habla de marismas
en un mundo que se quiebra.
Y en donde el aleteo de un pájaro,
es un vagabundo sin rumbo". 



jueves, 26 de octubre de 2017

Los alcohólatras y la cola de piano




             La sala blanca se había consagrado desde aquel instante en lugar de peregrinaje. Las cuatros paredes albergaban un cubículo donde la luz sonora atraía a personajes dispares cual alcohólatras anónimos que habían ido a confesarse. Al menos esa era mi sensación primaria. 
Notas iban alzándose al vuelo, sentí que por encima de nosotros se acariciaba algo que no era de este mundo y que viajaba desde lejos para robarnos el aliento. Un acto de egoísmo que se manifiesta en múltiples facetas y que se inserta en las caras de otros a lo que yo por desgracia, o por fortuna, no alcanzo a ver. No dejo de observar. 
El cubículo blanco permanece intacto en su centro, inamovible, baila al son de algo que intuyo que es Beethoven. En la hoja de presentación, aparecen palabras escritas en alemán, inglés y español, me remito a las españolas porque son las que manejo: la despedida, ausencia y el reencuentro. Creo que hubiese bastado con tocar la tercera: pero esto los alcohólatras por supuesto, no lo sabían.

Llega un hombre, la besa, le dice algo al oído. Las notas continúan danzando a ritmos frenéticos que se tambalean entre lo bajo y lo alto. Yo no entiendo nada, pero atiendo. 
Más o menos a mitad del discurso sinfónico, muestra un ademán de cogerle la mano, y la roza. El momento de comunión resulta perfectamente milimétrico, apenas un segundo la otra mano se desliza y lo que pudo ser un perdón se quedó en una mera lisonja que se pierde. El centro luminoso lo observa todo y el halo espectral que desde hacia un rato se había instalado con nosotros también había presenciado la tragedia. Provisto del mayor silencio posible se dispone a llevárselo y parece que sonríe y se recrea. 
Empiezo a sentirme a voluntad entre los alcohólatras hasta el punto de instalarme por completo y hacerme hueco en el centro. Cierro los ojos numerosas veces e intento escuchar a las notas vibratorias que se expanden por mi cuerpo y que puedo ver que incluso alcanzan la coronilla. 

No puedo dejar de pensar ni un segundo en la conferencia del otro día, en el estado basal de mi cerebro y en la multitud de conexiones que deberemos de estar haciendo, aquí, todos juntos, cuando a lo que veníamos sin quererlo era a confesarnos y en verdad lo que estamos haciendo es construir la historia de una comunión fatídica. 
Alguien el otro día preguntó: Arnau ¿Tú crees que la Poesía nos hace más nobles? Y Juan Arnau sabiamente contestó: No, desgraciadamente no. Lo que nos hace más buenos es la música.  Vuelvo de nuevo a la pregunta, y me paro un momento en esa respuesta. La música nos hace nobles, lo que por lógica dictamina que la poesía nos hace, no sé si crueles, pero sí peores. 
Creo haber dicho ya que había comenzado a instalarme entre los alcohólatras, quienes sumidos en su meditación particular, escuchaban los vaivenes que producía la música de Chopin. Alguno se rasca el ojo sin cesar, otro mira al suelo en busca de alguna presunta respuesta y yo, no dejo de pensar en el estado basal de todo un colectivo de seres que han venido a curarse. 

Termina la función y la luz blanca se expande. Ha sido una experiencia maravillosa. Vuelvo, y de camino a casa, no dejo de pensar en la Poesía, y en lo bien que quedaría todo esto si pudiese disponerlo de una manera simétrica para que otros pudiesen también presenciarlo como yo. Me dejo llevar alegremente por el flujo de conciencia, y por breves momentos, me entran incluso ganas de bailar. 




Madrid, el Instante, (Música I) 
10/17


miércoles, 20 de septiembre de 2017

Qué vistas tan gloriosas




Ondea la bandera al final de la línea clara
Fumamos un pitillo en conjunción.
Una señora se acerca
Se enciende su cigarrillo y mira 
Al horizonte.
La visión de la línea se esfuma.
Me sumerjo en ese instante
Y en la onda que vibra junto al sol
De la tarde. 
El humo que exhala 
Murmura: qué vistas tan gloriosas.
Esto, sin mirarme, 
pues miradas sobran
Cuando se mira al mismo horizonte.
Y entiendo que la vida es eso,
Personas que miran a lugares distantes pero idénticos
Que viven vidas distintas y
Compartidas.
Y me siento en el mundo.
Inhalo,
la luz ondea sobre la línea clara
Y me dejo mecer en el oleaje:
viajando lejos.
Me abandono.  



Santander, 09/17.


martes, 19 de septiembre de 2017

Niebla.


17/11/2015




Miguel no podía resucitar a Augusto
porque Dios no podía resucitar a los hombres.
Así, el día que Dios resucitase a los hombres,
Miguel resucitaría a Augusto Pérez.



miércoles, 13 de septiembre de 2017

El desnudo



17/09/2014



Apoyo al dormir en una almohada
se hace el contorno a su figura.
Viva carne que penetra,
choque de piedra blanda.

Mar en calma con bravura
ola que deja huella cuando pasa
muerte súbita, tacto  sereno,
cálido momento... inmortalizado.

Lengua de fuego que ilumina 
oscura cueva de tesoros,
hallazgo último de la quintaesencia.
Alma que escapa en suspiros quedo.

Saliva con saliva, salitre,
sabor de un regreso,
palabras llenas de esperanza
rio que lleva, camino fluido.

Sube y baja, hacia abajo,
sexo, alma, lengua, mordisco.
Punzada al corazón de tercer grado.
Corre corre, que no te pillo, te aniquilo. 

Eterno, histórico, perfecto.
La demostración de las mil y una noches
Humano y tierno gesto,
y al fondo, la octava maravilla.

Palabras más que no se callan
tapadas por un lenguaje digno.







En la rectitud y en la levedad


07/05/2015




En el fondo lo tenemos muy fácil si sabemos observar.
El mundo nos dice a gritos que sigamos todo recto, 
que no existen frenos para tanto camino. 

Las líneas del cielo compiten con las del suelo por ver quien llega más lejos. 
Y tintes purpúreos se mezclan con Apolo en un belicoso acto de fuerzas.

Troncos enhiestos a un lado,
campos a través al otro, 
y la infinitud me invade 
y la rectitud me abruma. 

La naturaleza se manifiesta y nos dice que corramos, 
que aún existe mejores guías que las marcas de las manos.

El destino nos cose a la tierra 
para después dejarnos colgados. 
Y los pies al aire, 
con ese frío que escuece (...)




martes, 12 de septiembre de 2017

jueves, 7 de septiembre de 2017

The Space in Between: my experience




              Me ha tomado cierto tiempo visionar este documental. Sabía casi a ciencia cierta que algo iba a causar en mí cuando lo viese, porque el verlo, supone en gran parte, un reflejo de todo aquello en lo que creo y que no sé, de aquello que me precede y no conozco. 
El documental relata el viaje de una artista, no solo a través del conocimiento de una espiritualidad común sino de la propia consciencia, que acaba por manifestarse en las múltiples religiones que imperan en Brasil. La artista en este caso busca cobijo en un país repleto de creencias y energías en continua expansión, y ahí, es en donde entro yo, y mi experiencia.

No son pocas las veces en las que me he preguntado de dónde viene esa intuición y esa sensibilidad – no hablo de sensiblería, sino de sentido y percepción -  que creo que tengo para captar sensaciones y emociones. 

Ha habido momentos en mi vida especialmente sensitivos, ya sea para mal o para bien, en los que he sentido que realmente estaba canalizando algo que me cambiaba por dentro. Y he podido comprobar, de momento, que cambiar es siempre para bien. Lo mires por donde lo mires, el ser humano es puro cambio. Y quien permanece, es porque fuerza su propia naturaleza. 

Yo este cambio siempre lo siento cuando estoy en Brasil. Y siendo francos, me cuesta mucho definir lo que me ocurre cuando estoy allí y sobre todo cuando vuelvo. Podría decirse que siento que me rodea constantemente un tumulto de emociones que, contra todo pronóstico, consigo retener sorprendentemente bien.

Es probable que todo esto que este diciendo suene a chino, que todo no es más que una patraña que el ser humano inventa para subsistir a falta de una religión que pueda convencernos. Pero cuanto más voy a Brasil, cuanto más consigo acercarme, más consciente soy de que, hay algo, en nosotros y lo de fuera, que no solo se reduce al ámbito físico. Es imposible que solo exista materia en un cuerpo que se mueve principalmente por emociones, y es imposible que esas emociones solo tengan su función en un ámbito físico. Están ahí para algo más, y estoy convencida de que deberíamos aprender a usarlas como se debe. 

Y eso, grosso modo, es lo que enseña este documental, y lo que le muestra Brasil a la artista. Brasil, es, para mí, sin ninguna duda, un ente gigante muy potente que tiene la capacidad de exprimir al máximo su potencial, esa esencia que le viene dada por su genética, por su manera de enraizar las creencias y por su manera de mimetizar sociedad y costumbres que de ser tan diferentes, están tan ligadas. 

Es increíble como en cada ritual, en cada religión, en cada proceso, existan tantas similitudes. Dicha similitud no es más que la fe – casi siempre ciega – y el amor, amor universal, amor que mira hacia la naturaleza y que se gesta en uno mismo. 

Yo soy española, y siempre me sentiré española, pero – y ya respondiéndome a mí misma a la cuestión anteriormente mencionada – Brasil, es y será siempre la raíz, mi semilla. Es aquella que me reencarna con lo primitivo, con lo ancestral, y de ahí es de donde probablemente me venga este ansía interior que tengo siempre por encontrarme, por superarme en mi consciencia y por trascender(me). 

No miento cuando digo que me apena reconocer que esto que siento no me viene dado de mis antepasados españoles. Y lo digo porque por mucho que pasen los años, esta llama interior que noto, nunca se apaga. Por muy lejos que éste, la llama se alimenta siempre de la brisa que del atlántico me llega, y sí persiste en su subsistencia, obviamente, será por alguna fuerza que la mantiene. Fuerza que a su vez es fe, fe en mí, en una naturaleza ancestral e inquebrantable. En una pasión y un amor inconmensurables y en energías que a pesar de cualquier destrucción, de cualquier guerra, siguen estando ahí, porque son nuestra naturaleza. 

Gracias una vez más, Marina, por abrirte, por viajar a través de la consciencia, de lo psíquico y lo energético, de lo tan puramente humano. Y sobre todo por enseñar lo que muchos aún no quieren ver, y que por supuesto tienen miedo de ver porque desconocen: nuestra alma, nuestros miedos y nuestros terrores – tan duramente denostados – y que resultan ser al fin y al cabo los que nos terminan por consagrar como seres únicos, casi mágicos. 
Tenemos un potencial asombroso y no lo sacamos por miedo a que sea demasiado para soportarlo. Y es una pena. 

Me alegra saber que es en Brasil en donde pudiste curarte y mirarle a la cara a tus traumas y temores, para luego volver y contárnoslo de una forma tan cruda y tan digna. Me alegra saber que en donde yo he asentado mis raíces, tú – una artista en la que creo y que tanto admiro – te has purgado, porque eso solo significa una cosa: que comprendo bien mis raíces, que me conozco, y que poco a poco voy reconociendo mi naturaleza, eso sí, naturaleza siempre dispuesta a renovarse. 




jueves, 10 de agosto de 2017

Veritas veritatis: Miguel de Unamuno




            "Y bien, se me dirá, ¿cuál es tu religión? Y yo responderé: mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aun a sabiendas de que no he de encontrarlas mientras viva: mi religión es luchar incesante e incansablemente con el misterio (...) No puedo transigir con aquello del Inconocible - o Incognoscible, como escriben los pedantes- ni con ello otro de "de aquí no pasarás"... Y en todo caso quiero trepar a lo inaccesible.
"No hay enfermedades, sino enfermos", suelen decir algunos médicos, y yo digo que no hay opiniones, sino opinantes.
Y me pasaré la vida luchando con el misterio y aun sin esperanza de penetrarlo, porque esa lucha es mi alimento y mi consuelo. Sí, mi consuelo. Me he acostumbrado a sacar esperanza de la desesperación misma. Y no griten ¡paradoja! los mentecatos y los superficiales (...)

Espero muy poco para el enriquecimiento el tesoro espiritual del género humano de aquellos hombres o de aquellos pueblos que por pereza mental, por superficialidad, por cientificismo, o por lo que sea, se apartan de las grandes y eternas inquietudes del corazón . No espero nada de los que dicen: ¡No se debe pensar en eso! (...) Solo espero de los que ignoran, pero no se resignan a ignorar; de los que luchan sin descanso por la verdad y ponen su vida en la lucha misma más que en la victoria.
Que busquen ellos como yo busco, que luchen como lucho yo, y entre todos algún pelo de secreto arrancaremos a Dios y por lo menos esa lucha nos hará hombres, hombres de más espíritu". (Mi religión y otros ensayos breves, Miguel de Unamuno)




martes, 8 de agosto de 2017

Purgatio



           "Había algo aterrador en la magnificencia clásica de aquel cielo aplastado sobre la calle silenciosa. Algo que me hacia sentirme pequeña y apretada entre fuerzas cósmicas como el héroe de una tragedia griega. Parecía ahogarme tanta luz, tanta sed abrasadora de asfalto y piedras. Estaba caminando como si recorriera el propio camino de mi vida, desierto. Mirando las sombras de las gentes que a mi lado se escapaban sin poder asirlas. Abocando en cada instante, irremediablemente, en la soledad (...)

Me parecía que de nada vale correr si siempre ha de irse por el camino, cerrado, de nuestra personalidad. Unos seres nacen para vivir, otros para trabajar, otros para mirar la vida. Yo tenía un pequeño y ruin papel de espectadora. Imposible salirme de él. Imposible libertarme. Una tremenda congoja fue para mí lo único real en aquellos momentos. 

Empezó a temblarme el mundo detrás de una bonita niebla gris que el sol irisaba a segundos. Mi cara sedienta recogía con placer aquel llanto. Mis dedos lo sacaban con rabia. Estuve mucho rato llorando, allí, en la intimidad que me proporcionaba la indiferencia de la calle, y así me pareció que lentamente mi alma quedaba lavada" (Nada, Carmen Laforet, págs. 223-224)




Obra maestra. 
M a r a v i l l o s a. 


lunes, 31 de julio de 2017

A filosofía da Saudade




         No exagero cuando digo que resulta difícil intentar explicar un sentimiento con una carga simbólica tan apabullante. En lo que respecta a mi caso, tuve la fortuna de sentirlo prácticamente desde que nací y a pesar de no ser totalmente consciente, creo que en el fondo de mí, siempre ha latido la saudade*

En verdad - tampoco es que vaya a desvelar algo desconocido- : la saudade es inherente al ser humano, solo que el brasileño tuvo el valor suficiente como para desenterrarla y darla un nombre. 

Lo primero que hay que tener en cuenta es que hay que pensar en la saudade como algo que está impregnado de cada uno de nosotros, ya que allá por donde pasa se lleva un pedazo como recordatorio de su conquista. Ella es universal y omnipotente, y tiene el poder de vernos desde las alturas, en un lugar a donde nuestros ojos no llegan a alcanzar. Porque ella es así, tan suya, tan de todos. Te acompaña, te lleva y te traslada. Un viaje con retorno, unas ganas de despedirse que acaban en fiesta. Saudade es el calor del hogar, son esas ansías contenidas de estar de vuelta. Es nuestra nostalgia, nuestra melancolía, nuestra añoranza, nuestra morriña, nuestro echar de menos y nuestro echar de más... todo en una mezcolanza que culmina en un abrazo.

Saudade... déjame decirte quién es saudade. Porque es, y está. Saudade es protagonista, es personaje y es caminante. Es viajera y aventurera, es trepidante, es arrasadora, es verdadera. Es mayúscula. Es el suspiro del alma que se escapa cuando se recuerda. Y es también amor, amor lento, fugitivo, constreñido, compungido, apasionado, desatado. Y música, una música que tintinea y se va haciendo con amor.

La saudade se alimenta, se sueña, se piensa, se imagina. Es ese amante que no ves y que recreas mil veces hasta formar una viva imagen que no hace más que gobernar tu mente. La saudade te empapa y se suda. Se moja y se seca, como esos baños a la luz de la noche en donde dejamos que todo se pierda con la marea, para después recuperarlo a la mañana siguiente.

En fin, todas las canciones hablan de la saudade, aunque no lo sepan. Amar es saudade, odiar es saudade, morir, es también saudade… siempre que se muera por amor. Y es que no hay sentimiento más exacto para describir el Arte que la saudade, porque el Arte en cualquiera de sus caras es una búsqueda de algo que se ha quedado escondido, y de eso mismo trata la saudade: del deseo vivo de encontrar algo que se ha quedado varado en el tiempo y que por fuerza gravitatoria tiene que volver. Saudade es la piedra angular de la filosofía del vivir. Porque es luz al final del camino, y el camino mismo.


           Después de todo este popurrí podríamos decir que teniendo en cuenta su importancia indiscutible lo más adecuado sería estudiarla en las escuelas ¿no?, aprenderla, saber tratarla y también, saber lidiar con ella. 
Pero es que para estudiarla hay que entenderla y solo se entiende si se siente durante un largo periodo de tiempo. Y como todos sabemos, aquello que ocurre en exceso, corre el riesgo de hacerse nocivo. Y sino, que se lo digan a Rosalía de Castro. Aunque tal vez, y de hecho, ahí es en donde reside probablemente el poder de la saudade, que cuando no te hace tremendamente feliz, te mata. 

En definitiva, sé que existe una Filosofía de la Saudade, pero también sé con certeza que para empezar a escudriñarla solo hay una forma de hacerlo: haciéndolo desde su lengua. Y es que en ciertas ocasiones cuando me canso de la mía pienso en la saudade, y echo de menos tenerla – y echar de menos no es suficiente, claro está - y me da rabia, porque ya no es lo mismo. Entonces vuelvo siempre que puedo, retorno al origen y me doy cuenta de que sigue ahí, esperando por mí, resucitando una y otra vez como un ciclo que no cesa mientras yo no cese. Y para cuando quiero darme cuenta estoy escribiendo cosas como ésta, como sí en verdad, pudiera entenderse. Menuda tontería. 






   * La diferencia más significativa entre la saudade y otros estados próximos a la nostalgia radica en cómo la perciben las personas que la sienten. Se tiene detectado una percepción positiva de la saudade entre grupos de emigrantes brasileños, de hecho, es percibida con frecuencia como una parte sustancial de la identidad nacional del Brasil. El objeto de la saudade no es una persona o una cosa concreta, sino una referencia simbólica al lugar de origen. (https://es.wikipedia.org/wiki/Saudade)


jueves, 13 de julio de 2017

Vega de Pas


24/05/2016




         Hubo un momento en el que nos sentíamos altos. Recuerdo ese día en el que nos pusimos en la cima de la montaña a contemplar el mundo a nuestros pies. Nada importaba ya. El futuro era visto como algo lejano que nunca podría tocarnos, y a día de hoy queda visto que incluso fue capaz de atravesarnos. El rastro que deja la cima es irrefutable, y caer en verdad se vuelve más difícil de lo que un día pudimos llegar a concebir.

El caso es que, desde entonces, me he vuelto consciente de lo que supone de verdad aprovechar el momento. Abrazarlo y sujetarlo hasta el fin. No importa cuán poco pese el futuro, nunca debemos olvidar que está ahí, y que todo llega. A día de hoy nunca olvidaré ese instante en que cualquier cosa parecía pequeña. La serenidad, la paz, la felicidad del momento que estallaba por dentro. Compartíamos una sensación de elevación que a decir verdad, se quedó en aquella montaña, donde todo parecía verse más claro y que aun así, solo ha podido permanecer en el recuerdo. Después. el futuro llega y se ensaña, se regocija en su propia omnipresencia y se convierte en presente. Entonces no hay manera de mirarlo desde arriba porque mire donde se mire te lo vas a encontrar de cara y solo queda hacerle frente. Por eso, es importante no olvidar las cosas buenas, los momentos de altitud en los que un día parecía como si alzásemos el vuelo. Debemos gestionar el recuerdo para sobrevivir a un futuro que ha llegado y se ha implantado en nosotros para quedarse por un tiempo. 

Vivir del recuerdo no está de más, siempre y cuándo sepamos donde nos encontramos, y no olvidar, que hay que tener los pies en el suelo, a pesar de tener la cabeza, arriba, en alguna otra parte.



Metamorfosis




                Nunca dejará de sorprenderme lo fácil que se pasa de la nada al todo, del todo a la nada. Pasamos la vida entera buscando un punto medio, el cual no existe. Ensimismados nos balanceamos en la cómoda creencia de que existe el punto medio, pero el punto medio es solo un puente corto que conecta Nada con Todo, un segundo que se pasa volando y que luego ya no recuerdas. Nuestra mente parece estar construida solamente para abordar momentos enteros, recordamos el cenit de las cosas, el instante de máxima concentración de energía.
Es como el que hace una caminata por la montaña: puede que recuerde algo del camino, pero siempre se quedará con lo que vio desde la cima, y siempre contará lo que desde allí vio.
Luego está el caso del que hizo una caminata por una montaña que le pareció altísima, realmente lo que no sabe es que existe una probabilidad enorme de que la próxima montaña que suba sea más alta. Lo que hace que la anterior sea una porquería. 

¿Afán de grandeza? ¿Autoengaño? Yo solo sé que siempre buscamos lo que no se encuentra por sentir que estamos buscando, y no esperando.



Iluminatio



29/04/2017



"Al ritmo de la música, una mariposa pura y blanca danzó frente a sus párpados cerrados"
(La casa de las Bellas durmientes - Yasunari Kawabata) 

Este instante... el ritmo de la prosa y la música, la música que se hace mujer, 
el lector que se hace prosa. 
Yo no sé cómo explicároslo, a veces parece que hay instantes que están predestinados. 
Disfruto siendo el espectador pasmado que se ha quedado varado entre tanta magia. 
Las líneas adecuadas y la melodía adecuada. Todo ascendente, joder... qué momentazo. 
Sin duda, me quedo con esto.






martes, 23 de mayo de 2017

Elucubraciones en raíl.



20/05/2017



"Ese dejarse diluir, irse con el discurrir en una línea que se extiende,
rebelándose, utópica. 
Una fuerza centrífuga que hipnotiza en un viaje cromático. 
Una mente colapsada entre tanto pánico extasiado.

A veces me engaño pensando que te he olvidado, pero es cruzar tus flancos 
y aflorarme. 
Sí pudiera te abrazaría, pero como no puedo, 
te escribo". 





Línea clara.



"Hipnotizante simetría 
De una caída titánica. 
Eleva su contorno
A tan desdichada figura.

Tras de mí corre
Una visión provocadora,
Alterando un vacío placentero
que se derrama.

Juegos cromáticos,
y un breve instante:
Al otro lado,
          un reflejo.

Apolo reinando al fondo
Revelando lo que hay dentro.
Perfección que rozo,
Toco el limbo, me revuelco.

La hipnotizante simetría
De una caída titánica.

Y después,
          el reflejo".






No hay interrogatorio.
    Solo oigo caer el vacío
    Lentamente derramándose. 


domingo, 7 de mayo de 2017

Claroscuros



No recuerdo ni cuándo escribí esto, pero a pesar del tiempo corrido sigo teniendo las mismas sensaciones de siempre. Por desgracia - o por fortuna- , el tiempo no nos cambia, solo nos modela dependiendo de los contornos. Habría que ir avisando a la gente, no vaya a ser que se den cuenta demasiado tarde:






lunes, 27 de marzo de 2017

RJ IV: Canto del trovador a la tierra soñada

     

9/03/2017


       Existe esa creencia de que lo mejor que tenemos lo acostumbramos a guardar en una cajita por si alguien viene y nos lo quita. El problema es que lo que yo tengo es tan grande, que ni mucho menos en una cajita me cabe. Lo poco que tengo es esta trémula memoria, y mis sentidos, que intentan retenerlo todo para no perderse nada. Aunque sinceramente os digo, y tras numerosos viajes, que para absorber Rio más que sentidos hacen falta. 

Ahora descubro que el único amor de mi vida será tú porque nunca me vi llorar de esa manera al mirar por una ventana como lo hice al tener que despedirme de ti. Cada vez que vengo es un pedazo que me resta, es la mejor versión de mi mismo que se queda. Es la energía y las vibraciones, es la selva que me engulle y me suelta. 

Volver a Rio es redescubrirme y reencontrarme. Volver a vivir lo que ya viví y vivirlo de otra manera. Es perseguir la infancia, la calidez del pasado, la niñez de los días mientras que al mismo tiempo pienso en el futuro, teniendo la fuerza para ansiar lo que venga. 
Porque Rio no se acaba, no se agota. Ella siempre está/ra esperando por mi, como el Cristo, con los brazos abiertos, en toda su magnitud y benevolencia. 

Muchos son ya los años que vengo, pero nunca serán suficientes para agradecer todo lo que me aportas. Tampoco serán suficientes para entenderte, porque tú eres tan complicada así a tu manera, llena de cambios y también de las manías de siempre. Cada año que vuelvo algo nuevo encuentro, y yo ya no sé si estos mismos ojos que siempre miran podrán soportar tanta magia. Porque no soy capaz de contarlo, ni de expresar el aire que me das cuando te contemplo tan fijamente y aun así, no consigo dominarte. 

Lo peor (y lo mejor) es que sé, que cuando vuelva habrá otras muchas cosas por hacer, nuevas puertas por abrir que me permitirán seguir conociéndome/te. Porque podré viajar a cualquier parte del mundo, podré enriquecerme como persona, podré descubrir lugares maravillosos, pero tú, Rio, tú me has visto crecer, y por eso me cuesta dejarte, porque nadie abraza como tú y porque nadie como tú sabrá enseñarme a quererme de esta manera. 



martes, 21 de marzo de 2017

Periferias.




             "Tenemos que darnos cuenta ¡y tenemos que ser muchos! de que en los extrarradios de lo comúnmente aceptado es donde acaso se encuentra la verdadera reserva espiritual del humano, ahora que el deteriorado, enfermizo y decadente hombre occidental dejó languidecer la llama inmemorial del instinto. Yo, Jean Dubuffet, declaro, aun a riesgo de parecer loco de remate, que en nuestra querida Europa, el Imperio de lo mágico ha sido perseguido, denostado, acusado y aniquilado por la barbarie y la dictadura de la razón, acompañada casi siempre de su fiel lacayo, aquel castrador de mentes conocido como Monsieur Dogma.
No puedo sino insistiros en que lo importante, lo novedoso, está en las mismisimas esquinas donde nadie mira; que en las zonas húmedas y en los sombríos páramos en donde crecen esas peculiares criaturas amontonadas con el néctar del libre albedrío que únicamente siente el que no es observado. 
Son ellos los seres periféricos quienes han desarrollado mejor que nadie una serie de aptitudes que han sido de extrema utilidad para adaptarse a dificultades supremas, como la propia marginación por parte de los habitantes del Centro del Imperio (...)
Recordad que la centralidad no existe. Que el 5 es un número idiota. Que la notabilidad encierra clasicismo. Y que el suspenso en algunos campos es meramente subjetivo y coyuntural.
El centro no es creativo. No se puede esperar nada de los barrios burgueses de ninguna capital del mundo desarrollado. Porque allí no sucede nada más que una somera imitación de un comportamiento previamente aceptado (...) En la observación ensimismada de un escenario bucólico o de una arquitectura relajada no hay conflicto externo y si no hay conflicto, no hay creación. Del mismo modo os aviso de que en caso de que caigáis en la agridulce práctica de la autocontemplación mística, no en un exhaustivo análisis de vuestro comportamiento y vuestro pensamiento, veréis que, cuanto más equilibrio encontréis, menos movimiento notaréis. Con tristeza repararéis en que desde la centralidad de vuestro ser nada surgirá, nada se gestará, nada germinará. 
Sin dificultad no hay mejora. Sin marginación no hay rebelión. Sin terremotos internos no hay destrucción. Si nada colisiona en vuestra alma, ningún templo se derrumba. Si no hay ruinas, no hay material para edificar nada nuevo".



Extracto Prólogo de Periferias, Ricardo Cavolo. 
 - Santi Balmes.



miércoles, 15 de marzo de 2017

RJIII: Enredo carnavalesco




                  Solo cuando cruzas la puerta para entrar en el sector que te ha tocado, es cuando te das cuenta de lo que estás apunto de presenciar. Dice la canción de Portela quem nunca sintiu o corpo arrepiar ao ver esse rio passar y yo no puedo evitar recordar una y otra vez cómo se me puso la piel cuando entré al Sambodromo por primera vez. Si os digo que incluso hubo ciertos momentos en los que creía que iba a quedarme sin ella... parecía que me despellejaba viva. Creo que mi mente europea no llega a comprender la magnitud que puede llegar a sentir un carioca cuando sale a romper con la pista, cuando sale a animar y a cantar las canciones de su escuela o cuando se deja el cuerpo y se derrama en sudor hasta que le falta el aire. A mi como mucho me queda observar y a aprender a sentir desde mi posición de extranjero. Fijaos lo que os digo cuando digo APRENDER A SENTIR. El Carnaval para ellos, aquí, es necesario, porque hace que recordemos que aunque no creamos en nuestra libertad, en verdad somos dueños de nosotros mismos hasta cuando creemos que no lo somos. Ayer entre el sueño y la agitación, vi amanecer en Sapucaí. Tuve que parpadear muchas veces para creérmelo.




martes, 14 de marzo de 2017

RJII: A gente da pele dourada




13/02/2017


                     Cuenta una leyenda que en una parte de América del Sur existen unos habitantes con una piel tan dorada que parece oro líquido. Estas personas tienen la capacidad de aguantar las horas más calientes del día, y cuando llega la noche sus pieles se vuelven piedra oscura que metamorfosea en carbón brillante. Los habitantes del Sur parecen tener una piel muy dura, pero en verdad tienen una capa tan fina, que cualquier vibración que los roza se vuelve música celestial, y cualquier brillo existente, se convierte en poca cosa.




(Arraial do Cabo, 2017)


domingo, 12 de marzo de 2017

RJI


      Buenas de nuevo. Siento haber estado tan ausente por estos lares donde nadie me ve, pero hace cosa de unos días volví de lo que para mí ha sido, un viaje 'salvavidas' o al menos de momento, lo parece.
No tengo mucha intención de contaros a viva letra de dónde proviene la fuerte ligazón que mantengo con Rio de Janeiro, sino que más bien quiero que lo veáis, lo intuyáis y saquéis vuestras propias conclusiones. 

Huelga decir que si no he puesto nada por aquí, es que efectivamente apenas he escrito nada estando allí. Ya sea por cobardía o por pereza lo que sé es que en los últimos años me he dado cuenta que muchas veces tengo ganas enormes de escribir sobre algo pero en el preciso momento de contemplación no encuentro las palabras correctas. Por tanto, lo que acostumbro a hacer hoy en día es dejar pasar un tiempo, un tiempo que para mí supone un ejercicio de interiorización y de contraste muy fuerte, y que a su vez se mimetiza con eso que yo denomino "idealización o ficcionalización" y que terminará por sembrar lo que más tarde dará lugar a la experiencia hecha letra. 
En pocas palabras, necesito mi tiempo y espacio para asimilar lo vivido y poder escribir. Y sí es posible, seguir nutriéndome de esa experiencia por mucho tiempo. Alimentando más si cabe esa morriña, manteniendo siempre viva la 'saudade'. 

El caso es que a veces y por naturaleza de la escritura, memoria e ideal se entremezclan, y tal vez muchas cosas se vean desvirtuadas por la pasión que siento por esta ciudad. Así que, solo me resta ofreceros dos alternativas: disfrutar en la manera en qué el texto se os preste o, no os creáis nada de lo que os cuento, probablemente sea producto de una mente adormecida en un sueño placentero del que no quiere salir.

Aviso a navegantes que mi lenguaje está cuanto menos flaco. Hablar de Rio requiere poner la mente en Rio, lo que quiere decir que tengo que escribiros en portugués. Pero como escribir en portugués aún no es lo mío, asumo que escribir en español sea lo más sensato para aquel hispanohablante que por casualidad, pase por aquí. 

En mi tierra de nadie, en donde ya no sé a veces en qué lengua sueño, mi único propósito es poder pintaros a tientas lo poco que pude ver entre tanta selva, y que al igual que me ocurre a mí siempre que sitúo mi mente y mi cuerpo al otro lado del océano, es que de repente os entren ganas locas de huir hacia allí. 

Por el momento comparto un textito que escribí la noche después de ver el atardecer en la Praía do Arpoador. Siempre hay una primera vez para todo. Ese día yo vi un atardecer de verdad, a modo de espectáculo teatral a 360 Cº. La naturaleza y el urbanismo de la mano, salvajismo y civilización en danza capoerística. 
Más pronto que tarde sabréis de lo que os hablo. 



16/02/2017


              "Todo repleto de gente: amigos, parejas, solitarios, solteros y turistas. Mucha gente y una gran roca. El ruido de las olas se escurre, el mar mece a los surfistas que paran en seco para contemplar la estampa particular. Todo el mundo mira al mismo punto (o no mira). Unos beben, otros meditan. El mar y el cielo, todo en conjunción. La luz y la sombra en un mismo cuadro crean una pintura extraordinaria, y debajo, nosotros, los seres pequeñitos, dejamos de tener un significado para apenas fundirnos con los tonos que se van creando. Todo cambia con cada segundo que pasa y el sol va muriéndose. Y la gente se despide, se emociona, todo se embriaga. Agradecemos la vida... vivida, la prorroga, el día pasado. El Sol se convierte en ese rey omnipotente y Rio, en ese palco donde sucede la coronación íntima. Aplausos. El Sol ha sido engullido por el gigante verde para después ser devuelto y resucitado y que nosotros, fieles espectadores, vayamos de la mano junta a él (...) Ra duerme y yo cierro los ojos, congelo este momento en el tiempo y lo salvaguardo en un instante que alcanzará el grado de inmortal. Mío, es mío".



martes, 24 de enero de 2017

CRÓNICA DE UNA POLÉMICA

                

Y los límites entre realidad-ficción en el terreno periodístico



             Resulta sorprendente la disposición que tienen algunos temas, de trascender ya no solo en el tiempo, sino de los mismos hábitos en los que nace. Con esto me refiero al intenso debate que se originó allá por Enero del 2011 entorno a los límites entre Realidad y Ficción dentro de lo que se podría denominar ‘nuevo periodismo’ o ‘prensa de opinión’. La polémica en torno a la Realidad y la Ficción llega a nosotros no sin antes experimentar múltiples variaciones. Esta se remonta a tiempos helénicos, cuando Aristóteles nos exponía en su Poética una concepción bien distinta de lo que hoy se considera ficcional, y nos decía que una ficción, siempre y cuando se basase en los principios fundamentales de la verosimilitud, consistía en una copia de la Realidad. Como iremos viendo a lo largo del presente debate, el concepto de ficción ha transmutado bastante (casi rebajándose), hasta llegar al punto de convertirse en una mentira. 
Para comprender en toda su amplitud esta polémica (que ni mucho menos se centra únicamente en el debate Realidad/ficción) tendremos primero que hacer un breve repaso de los artículos que van surgiendo como ramificaciones entorno a un desafortunado (para unos, para otros no tanto) artículo que publicó el conocido académico Francisco Rico. En verdad, el artículo no es desafortunado del todo, pero sí lo pueden llegar a ser las últimas palabras que este coloca para cerrar su, cuanto menos, curiosa crítica: En mi vida he fumado un solo cigarro. Me explico y procedo. 
Rico, en una buena mañana de Enero (más concretamente del día 11, a los datos me remito pues será importante para el transcurso de la “trama”) en un impulso apasionado decide volcarse con los fumadores de toda España y arremete contra la Ley antitabaco vigente desde el 30 de Diciembre del 2010. Su alegato se basa en condenar una ley que califica como golpe bajo a la libertad, muestra de estolidez y vileza y que se engendra en una actitud inquisitorial y celo puritano. 

Uno al leer el artículo, (mejor si eres lector fumador), siente una cierta simpatía hacia el escritor e incluso llega a sentirse identificado con su forma de pensar. Todo este sentimiento se ve frustrado cuando Rico cierra su discurso con la frase de marras, sumiendo al lector en una ingrata confusión, el cual damos por sentado que sabe perfectamente que Rico vive pegado a un cigarrillo. Con esta consigna (aparentemente inocente), Rico enciende la mecha que faltaba por encender y provoca que algunos de los periodistas más importantes de España combatan a base de mucha retórica y mucho saber, acerca de lo que es o no es lícito escribir en prensa. De este modo, los interrogantes irán surgiendo y fluyendo a medida que van pasando los días. 

El 13 de ese mismo mes, Cercas se solidariza con su compañero del País, y sale en su defensa escribiendo ‘Rico, al Paredón’. Tras la lluvia de críticas que avasallan a un Rico, sorprendentemente indiferente, y que más tarde llegaran a dominio incluso de la ‘Defensora del Lector’, el escritor extremeño decide tomar cartas al asunto, y lleva la polémica al terreno que mejor maneja, las limitaciones entre lo factual y lo real. Este en primer lugar, le resta importancia a las palabras de Rico, y aboga por la ironía y el humor. Crítica asimismo a aquellos que no son capaces de reírse de cosas que son más que obvias, pues está claro que Rico ha querido poner la nota de humor a tan escabroso asunto. Tal vez los lectores tan alienados como lo son los que han demostrado tomarse con tanta enjundia este suceso, deban merecerse ser castigados sin el dichoso vicio. 
El caso es, que estas últimas palabras abren la veda a diferentes cuestiones, entre otras, ¿Hasta qué punto es lícito utilizar mentiras poéticas para defender verdades? Es más ¿Hasta qué punto es lícito usar retoricismos poéticos en artículos periodísticos? ¿Cuáles son los límites entre periodismo y literatura? ¿Es tan serio el periodismo como para ni tan siquiera permitirse (en un artículo de opinión) meter alguna que otra puntilla literaria? Las cartas están sobre la mesa, y los límites entre ambos bandos, que al parecer no han estado tan unidos como creíamos, quedan peligrosamente diluidos. 

Cercas en palabras de Raymond Carr resuelve una de las cuestionas planteadas de una forma un tanto romántica. Si la historia, que es un conjunto de datos puede llegar a ser interpretación imaginativa del presente, por qué un artículo, que es más de lo mismo, no iba a funcionar de la misma manera. El periodismo, partiendo de la base de que nunca ha conseguido desprenderse del todo de la subjetividad (y más en nuestro país), se basa en continuas interpretaciones. Lo que, por tanto, ha hecho Rico en este caso, es llevar la interpretación al nivel de lo literario y se ha tomado la libertad de convertirse en una especie de Rimbaud, o lo que es lo mismo, ha decidido ser otro por un momento y desdoblarse de sí mismo para decir lo que le venía en gana. La cuestión que más tarde se planteará con respecto a esto es sí este mismo afán de Je est un autre no le habrá jugado una mala pasada al escritor y no será esto lo que le haya restado credibilidad como periodista, colocándolo en el temible lado de inverosimilitud. 

La verdad por bandera siempre Señor Rico, o eso mismo reivindicaba Milagros Pérez alías ‘defensora del lector’ (aunque más que defensora, parece una tirana de verdades absolutas) en un artículo ‘La impostura de un Fumador’ (16/01, El País) publicado esa misma semana en el País. Alegatos que se repetirán hasta la saciedad en el posterior artículo ‘En defensa de Cercas y de la verdad’ (20/02, El País), fruto de una tergiversación y extrapolación de las declaraciones hechas por Cercas en favor de su amigo, por aquel entonces, primer artículo que abrió todas las vedas. 

Sin tapujos, la Defensora, acusa a Rico de faltar al principio fundamental del periodismo, la verdad. Aquí ya indirectamente se da a entender que el periodismo es un sistema de comunicación basado en unas normas, y por analogía, la literatura también ha de serlo. La cuestión parece ser siempre mantener a cada uno en su lado, sin que nunca lleguen a mezclarse para que ninguno pierda su supuesta esencia. 

Este libre uso de lo ficcional, automáticamente deja a Rico como mentiroso, y por supuesto, “de ningún modo se pueden defender verdades con mentiras”. Esto, nos lleva a la Mentira ficticia para mostrar una Verdad moral que proponía Cercas en ‘Rico, al Paredón’. Entonces ¿Por qué Rico no puede recurrir a mentiras poéticas para mostrar verdades morales? Pues precisamente por ser eso, poéticas, pura ficción, y por consiguiente mentiras que de ningún modo casan con la verdad que defiende el periodismo y que al parecer, es inamovible. Y contra esto mismo es precisamente contra lo que arremete Cercas, contra los paladines del oficio, escritores alienados, subordinados a una serie de reglas que no trascienden, no progresan. 

Milagros Pérez, mientras tanto, se mantiene aferrada a la postura de hacer un periodismo serio, adaptado siempre a la seriedad que el artículo requiera. Por eso mismo no entiende como Rico ha podido burlarse de una noticia como la de ese calibre, no solo creando un enunciado innecesario, sino ambigua y falaz, y que lo desacredita por completo como periodista.

Por si la gresca no fuera poca, Antoni Espada4 se suma al “clan de periodistas indignados” y aporta su granito de arena. En un arrebato de solidaridad con el académico, estrecha aún más si cabe las lindes de la realidad y lo ficcional con su artículo ‘Gato, al agua’ (15/02, El Mundo) en donde se da a entender que el arresto de Cercas (arresto que nunca se llevó a cabo) en un prostíbulo de Arganzuela puede haberse visto influido por una trama de explotación sexual que se estaba dando allí mismo. El caso es que ya sea por unas cosas o por otras, el País al día siguiente pública un titular de este pelo: ‘Arcadi Espada lanza el bulo de que Cercas fue detenido en un prostíbulo’, calumnia que más tarde Arcadi desmentirá en ‘De vuelta del Burdel’ y en la interesantísima serie de artículos del Mundo, ‘Un Lupanar en Arganzuela’ (I-VII). 

De este modo, nos encontramos con que el tema de la Realidad y la Ficción reaparece en todo su esplendor y se vuelve más lacerante que nunca. Lluis Bassets aprovechando el tirón, y haciendo amago de un profundo amiguismo con Milagros Pérez (compañeros de periódico) escribe el mismo 16 de Febrero ‘Mentirosos’, contraponiendo los juegos literarios realizados tanto por Rico como por Espada. Bassets no justifica a Rico, pero mucho menos se vuelca con Espada, a quien califica de mentecato inflado de vanidad. La mentira poética de Rico es permisible en tanto en cuanto no hace más daño que a sí mismo (y a su credibilidad), mientras que la mentira de Espada traspasa las fronteras de lo políticamente correcto causando un bulo grave entorno al periodista. De este modo, y de manera irrevocable, los límites entre periodismo y literatura quedan totalmente delimitados, propósito que buscaban obtener desde el principio los férreos perseguidores de la verdad. De todos formas, esto no quiere decir que la batalla este ganada, sino que simplemente las cosas han vuelto al punto en el que empezaron. 

Otro de los aspectos que cabría destacar, es la muy acertada asociación que hace Antoni Espada con respecto a estas cuestiones. En ‘Lupanar en Arganzuela’, más concretamente la numero VI. Espada recomienda la lectura de un artículo que habla acerca de la foto que le valió a Kevin Carter el Premio Pulitzer en 1994. Al parecer, la imagen no fue sacada en propósito de ser una metáfora del mundo capitalista, sino que fue el simple fruto de una casualidad que se vio convertida en símbolo. Con este ejemplo, Espada busca ejemplificar aquello mismo de lo que nos hablaba Cercas, de la mentira poética, esa mentira ficcional que nos lleva a las verdades morales. La clave reside en el efecto que consigue una imagen que en principio es falaz, pero consigue llegar a los corazones de la gente. El niño africano se convirtió en metáfora y símbolo, sin quererlo, y no por eso dañó a alguien. Y la imaginación, subjetiva por naturaleza, es la que nos lleva a esto. La capacidad inherente del ser humano a imaginar, y por supuesto, a mentir. 

Como podemos comprobar, después de esta oleada de fechas, artículos y nombres la encarnizada lucha por el dominio de la palabra, produjo unos frutos que abrieron un debate altamente necesario y que sigue creando controversia hoy en día. 

Yo personalmente prefiero inclinarme en la balanza de Cercas, quien termina de exponer (y aclarar) todo este entresijo de cuestiones en una carta a dirigida a la Defensora del lector (21/02, El País): que el periodismo, como la historia o la ciencia, no es una mera acumulación de datos sino una interpretación de los datos, y que toda interpretación conlleva el uso de la imaginación (…) instrumento indispensable para alcanzar la verdad. Esto, sin tener por qué dar cabida a la dicotomía verdad/mentira, aludiendo simplemente a los métodos pertinentes para dar con un verdad que se ajuste al modo de vida de todos y que no tenga por qué estar desligada por completo del terreno literario. Y si no, que no pongan a literatos escribiendo columnas, porque como bien dice Julián Marías “por la boca muere el pez y el hombre por la palabra” vamos, que se nos va la fuerza por la boca y a un escritor de novelas, no vayamos a pedirle que no saque sus dotes literarias. 

En lo que a mí respecta, como lectora carente de experiencia, me decanto por la posible finalidad irónica que pretendía hacernos llegar Rico, quien en un tono jocoso aprovecha la legalidad de un asunto para hacer un llamamiento a la libertad y la risa. En verdad si lo pensamos bien, se trata de una contradicción hecha arte, que solo pretende escandalizar un poco, salirse de los cánones que los paladines del oficio inútilmente se empeñan en establecer. A Rico no hay quien lo tosa y él lo sabe. Y también sabe que  un conflicto de tal calibre en torno a realidades y ficciones podía perfectamente darse. Por eso gozando de una posición de mediador entre el periodismo y la literatura, Rico se permite el lujo de recurrir al Je est un autre (al que ya había hecho referencia Goytisolo en 2010), haciendo de un procedimiento narrativo algo lícito de los artículos ensayísticos y de opinión. 

Si bien es cierto que el lector que no conozca la fama tabaquera del académico puede haberse creído sus palabras y tras comprobar la falsedad de las mismas, se haya pegado un buen disgusto, el enunciado a modo de epitafio no deja de tener un tono burlón. Incluso puede que solo se tratase de un gran juego de palabras, que termina por ponernos ante un dilema digno de un razonamiento silogístico. Pues rico no se fumó un solo cigarro en su vida, sino que se fumó incontables cigarrillos. Y en la clave de su formulación es donde, tal vez, resida la respuesta.