jueves, 7 de septiembre de 2017

The Space in Between: my experience




              Me ha tomado cierto tiempo visionar este documental. Sabía casi a ciencia cierta que algo iba a causar en mí cuando lo viese, porque el verlo, supone en gran parte, un reflejo de todo aquello en lo que creo y que no sé, de aquello que me precede y no conozco. 
El documental relata el viaje de una artista, no solo a través del conocimiento de una espiritualidad común sino de la propia consciencia, que acaba por manifestarse en las múltiples religiones que imperan en Brasil. La artista en este caso busca cobijo en un país repleto de creencias y energías en continua expansión, y ahí, es en donde entro yo, y mi experiencia.

No son pocas las veces en las que me he preguntado de dónde viene esa intuición y esa sensibilidad – no hablo de sensiblería, sino de sentido y percepción -  que creo que tengo para captar sensaciones y emociones. 

Ha habido momentos en mi vida especialmente sensitivos, ya sea para mal o para bien, en los que he sentido que realmente estaba canalizando algo que me cambiaba por dentro. Y he podido comprobar, de momento, que cambiar es siempre para bien. Lo mires por donde lo mires, el ser humano es puro cambio. Y quien permanece, es porque fuerza su propia naturaleza. 

Yo este cambio siempre lo siento cuando estoy en Brasil. Y siendo francos, me cuesta mucho definir lo que me ocurre cuando estoy allí y sobre todo cuando vuelvo. Podría decirse que siento que me rodea constantemente un tumulto de emociones que, contra todo pronóstico, consigo retener sorprendentemente bien.

Es probable que todo esto que este diciendo suene a chino, que todo no es más que una patraña que el ser humano inventa para subsistir a falta de una religión que pueda convencernos. Pero cuanto más voy a Brasil, cuanto más consigo acercarme, más consciente soy de que, hay algo, en nosotros y lo de fuera, que no solo se reduce al ámbito físico. Es imposible que solo exista materia en un cuerpo que se mueve principalmente por emociones, y es imposible que esas emociones solo tengan su función en un ámbito físico. Están ahí para algo más, y estoy convencida de que deberíamos aprender a usarlas como se debe. 

Y eso, grosso modo, es lo que enseña este documental, y lo que le muestra Brasil a la artista. Brasil, es, para mí, sin ninguna duda, un ente gigante muy potente que tiene la capacidad de exprimir al máximo su potencial, esa esencia que le viene dada por su genética, por su manera de enraizar las creencias y por su manera de mimetizar sociedad y costumbres que de ser tan diferentes, están tan ligadas. 

Es increíble como en cada ritual, en cada religión, en cada proceso, existan tantas similitudes. Dicha similitud no es más que la fe – casi siempre ciega – y el amor, amor universal, amor que mira hacia la naturaleza y que se gesta en uno mismo. 

Yo soy española, y siempre me sentiré española, pero – y ya respondiéndome a mí misma a la cuestión anteriormente mencionada – Brasil, es y será siempre la raíz, mi semilla. Es aquella que me reencarna con lo primitivo, con lo ancestral, y de ahí es de donde probablemente me venga este ansía interior que tengo siempre por encontrarme, por superarme en mi consciencia y por trascender(me). 

No miento cuando digo que me apena reconocer que esto que siento no me viene dado de mis antepasados españoles. Y lo digo porque por mucho que pasen los años, esta llama interior que noto, nunca se apaga. Por muy lejos que éste, la llama se alimenta siempre de la brisa que del atlántico me llega, y sí persiste en su subsistencia, obviamente, será por alguna fuerza que la mantiene. Fuerza que a su vez es fe, fe en mí, en una naturaleza ancestral e inquebrantable. En una pasión y un amor inconmensurables y en energías que a pesar de cualquier destrucción, de cualquier guerra, siguen estando ahí, porque son nuestra naturaleza. 

Gracias una vez más, Marina, por abrirte, por viajar a través de la consciencia, de lo psíquico y lo energético, de lo tan puramente humano. Y sobre todo por enseñar lo que muchos aún no quieren ver, y que por supuesto tienen miedo de ver porque desconocen: nuestra alma, nuestros miedos y nuestros terrores – tan duramente denostados – y que resultan ser al fin y al cabo los que nos terminan por consagrar como seres únicos, casi mágicos. 
Tenemos un potencial asombroso y no lo sacamos por miedo a que sea demasiado para soportarlo. Y es una pena. 

Me alegra saber que es en Brasil en donde pudiste curarte y mirarle a la cara a tus traumas y temores, para luego volver y contárnoslo de una forma tan cruda y tan digna. Me alegra saber que en donde yo he asentado mis raíces, tú – una artista en la que creo y que tanto admiro – te has purgado, porque eso solo significa una cosa: que comprendo bien mis raíces, que me conozco, y que poco a poco voy reconociendo mi naturaleza, eso sí, naturaleza siempre dispuesta a renovarse. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario