domingo, 27 de noviembre de 2016

Placer estético


Qué difícil tiene que ser para algunos no poder gozar de la capacidad de exteriorizar ese estruendo que nos sale de las entrañas y romper de una vez por todas con el silencio que causa leer poesía para uno mismo.

Digo esto porque el otro día en el autobús tuve algo así como una experiencia ascética leyendo un prólogo de un tal autor sobre otro autor que aquí no voy a nombrar porque es lo de menos. Y aunque os pueda parecer una burrada, un prólogo puede ser una gloria al igual que lo puede ser un único verso. La clave está, como siempre, en el contenido esencial de las palabras. 

Pero bueno, que me voy por los cerros. ¿Qué jodido tiene que ser para muchos no poder gozar del placer estético no? Me pregunto esto acto seguido de sudar a chorro para mis adentros con tanta voluptuosidad echa palabra. Todo esto mientras mirando por la ventana, me muerdo el puño e intentando aguantar el deseo contenido de echar a gritar la genialidad que acabo de degustar. 

Placer estético de leer, y tocarte. Como esas yemas que se posan suavemente sobre el papel, cada letra, cada verso y una estrofa que todo lo engloba y acaricia. 

Algo en tus neuronas se acciona cuando dos versos se juntan y copulan. El ritmo inquietante y resquebrajado de eso que sabes que suena bien, y que no sabes por qué, pero funciona. De aquello que nos llega y nos cala, y nos dura lo que dura un buen orgasmo. Una ola que nos cubre y nos invita a navegar en las profundidades del fondo sin tener que tocar el suelo. 

Qué jodido tiene que ser para el humano común no saber encontrar el punto medio entre el lenguaje poético y el literal. Qué jodido tiene que ser saber follar pero no saber leer entrelíneas. Tocar un cuerpo es como tocar las líneas de un poema, y más si este tiene las idas y venidas, la curvilínea necesaria para romper con el sonido insurrecto. Y bueno, susurrar al oído puede ser como recitar, sea en el volumen que sea. Porque leer, y hacerlo como se debe, no como se pueda, es siempre ritmo, y eso nunca rechina. 

Leer es el viaje que realizas con la ilusión del niño que abre los regalos en navidad y que celebra la vida en Nochevieja. Es el viaje, el camino que sabemos, nos llevará a algún sitio, sin importar el destino. Es el viaje siempre en ascensión, al cielo o al infierno, pero siempre mirando hacia el punto más alto con billete sin retorno. Para luego, no querer volver nunca más, como cuando terminas de hacer el amor y te recuestas en su pecho, escuchando el latir bombeante de la sangre y retozar y tentar a la carne; a ver si cae alguno más. 

Eso es el poema, y el subidón. Y a causa de tener que retenerlo, salen cosas como estas. Por no poder gritar en el bus lo bueno que es un poema tengo que vociferar mientras escribo esto, para mis adentros, gritando muy bajito. 

A pesar de todo, en mi cabeza sigue rondando la idea de lo jodido que tiene que ser no conocer el placer estético o artístico, llámenlo como quieran. Uno de los pocos placeres que conecta directamente con los nervios y te infla las venas, te insufla aire, te da vida que te podía faltar. Es ese placer.  Supongo que sea como lo típico que dicen que si no conoces algo no lo necesitas, pero Yo sé, que a mi sí me lo quitan, ay si me lo quitan... 

jueves, 10 de noviembre de 2016

El significado y la perspectiva


Hoy me pregunta mi hermana el qué significa la dignidad, y yo exactamente no sé qué responderle. Me quedo en blanco, me pilla de sorpresa. Me frustro. De repente se me pasan una oleada de imágenes por la cabeza. Me dice que para qué soy filóloga si no se decirle una definición exacta de lo que esa palabra significa. En esos momentos me doy cuenta de algo que ya, supongo, sabía, pero nunca me había parado a pensar. La palabras no son meros significados que designan objetos sino que además, muchas, están dotadas de cierto cariz emocional. Muchas tienen un componente y un elemento cognitivo social impuesto.

Le digo entonces, - "Lo mismo ocurriría si me preguntas qué significa Amor o Felicidad. ¿Cómo te defino yo eso?" -. Ninguna Academia va a poder darte algo ni tan siquiera aproximado, lo único que podrás encontrarte son definiciones frívolas que intentan explicar sentimientos tan cargados de intimidad, de personas.

Resumiendo, ¿sabéis lo que le dije? - "Algo que algunas personas tienen y otras no"-. Y me fui, sabiendo perfectamente que mi respuesta estaba cargada de intencionalidad y de muy poca arbitrariedad. Que seguramente no le hubiese resuelto la duda, pero cuando, por desgracia, crezca un poquito, tengo por seguro que comenzará a comprender el significado de lo que un día le dije.

De mientras en mi cabeza seguía la oleada de imágenes que no paraban de avasallarme.

Definitivamente hay palabras que han venido a parar a nuestro mundo para condenarnos a la incertidumbre. Palabras ligadas a sentimientos, a emociones, a recuerdos, y en la gran mayoría de casos, a personas. Y en esta vida una de las cosas que he aprendido y estoy aprendiendo es que hay dos cosas de las que es prácticamente imposible desligarse: de las palabras y de las personas.