lunes, 27 de marzo de 2017

RJ IV: Canto del trovador a la tierra soñada

     

9/03/2017


       Existe esa creencia de que lo mejor que tenemos lo acostumbramos a guardar en una cajita por si alguien viene y nos lo quita. El problema es que lo que yo tengo es tan grande, que ni mucho menos en una cajita me cabe. Lo poco que tengo es esta trémula memoria, y mis sentidos, que intentan retenerlo todo para no perderse nada. Aunque sinceramente os digo, y tras numerosos viajes, que para absorber Rio más que sentidos hacen falta. 

Ahora descubro que el único amor de mi vida será tú porque nunca me vi llorar de esa manera al mirar por una ventana como lo hice al tener que despedirme de ti. Cada vez que vengo es un pedazo que me resta, es la mejor versión de mi mismo que se queda. Es la energía y las vibraciones, es la selva que me engulle y me suelta. 

Volver a Rio es redescubrirme y reencontrarme. Volver a vivir lo que ya viví y vivirlo de otra manera. Es perseguir la infancia, la calidez del pasado, la niñez de los días mientras que al mismo tiempo pienso en el futuro, teniendo la fuerza para ansiar lo que venga. 
Porque Rio no se acaba, no se agota. Ella siempre está/ra esperando por mi, como el Cristo, con los brazos abiertos, en toda su magnitud y benevolencia. 

Muchos son ya los años que vengo, pero nunca serán suficientes para agradecer todo lo que me aportas. Tampoco serán suficientes para entenderte, porque tú eres tan complicada así a tu manera, llena de cambios y también de las manías de siempre. Cada año que vuelvo algo nuevo encuentro, y yo ya no sé si estos mismos ojos que siempre miran podrán soportar tanta magia. Porque no soy capaz de contarlo, ni de expresar el aire que me das cuando te contemplo tan fijamente y aun así, no consigo dominarte. 

Lo peor (y lo mejor) es que sé, que cuando vuelva habrá otras muchas cosas por hacer, nuevas puertas por abrir que me permitirán seguir conociéndome/te. Porque podré viajar a cualquier parte del mundo, podré enriquecerme como persona, podré descubrir lugares maravillosos, pero tú, Rio, tú me has visto crecer, y por eso me cuesta dejarte, porque nadie abraza como tú y porque nadie como tú sabrá enseñarme a quererme de esta manera. 



martes, 21 de marzo de 2017

Periferias.




             "Tenemos que darnos cuenta ¡y tenemos que ser muchos! de que en los extrarradios de lo comúnmente aceptado es donde acaso se encuentra la verdadera reserva espiritual del humano, ahora que el deteriorado, enfermizo y decadente hombre occidental dejó languidecer la llama inmemorial del instinto. Yo, Jean Dubuffet, declaro, aun a riesgo de parecer loco de remate, que en nuestra querida Europa, el Imperio de lo mágico ha sido perseguido, denostado, acusado y aniquilado por la barbarie y la dictadura de la razón, acompañada casi siempre de su fiel lacayo, aquel castrador de mentes conocido como Monsieur Dogma.
No puedo sino insistiros en que lo importante, lo novedoso, está en las mismisimas esquinas donde nadie mira; que en las zonas húmedas y en los sombríos páramos en donde crecen esas peculiares criaturas amontonadas con el néctar del libre albedrío que únicamente siente el que no es observado. 
Son ellos los seres periféricos quienes han desarrollado mejor que nadie una serie de aptitudes que han sido de extrema utilidad para adaptarse a dificultades supremas, como la propia marginación por parte de los habitantes del Centro del Imperio (...)
Recordad que la centralidad no existe. Que el 5 es un número idiota. Que la notabilidad encierra clasicismo. Y que el suspenso en algunos campos es meramente subjetivo y coyuntural.
El centro no es creativo. No se puede esperar nada de los barrios burgueses de ninguna capital del mundo desarrollado. Porque allí no sucede nada más que una somera imitación de un comportamiento previamente aceptado (...) En la observación ensimismada de un escenario bucólico o de una arquitectura relajada no hay conflicto externo y si no hay conflicto, no hay creación. Del mismo modo os aviso de que en caso de que caigáis en la agridulce práctica de la autocontemplación mística, no en un exhaustivo análisis de vuestro comportamiento y vuestro pensamiento, veréis que, cuanto más equilibrio encontréis, menos movimiento notaréis. Con tristeza repararéis en que desde la centralidad de vuestro ser nada surgirá, nada se gestará, nada germinará. 
Sin dificultad no hay mejora. Sin marginación no hay rebelión. Sin terremotos internos no hay destrucción. Si nada colisiona en vuestra alma, ningún templo se derrumba. Si no hay ruinas, no hay material para edificar nada nuevo".



Extracto Prólogo de Periferias, Ricardo Cavolo. 
 - Santi Balmes.



miércoles, 15 de marzo de 2017

RJIII: Enredo carnavalesco




                  Solo cuando cruzas la puerta para entrar en el sector que te ha tocado, es cuando te das cuenta de lo que estás apunto de presenciar. Dice la canción de Portela quem nunca sintiu o corpo arrepiar ao ver esse rio passar y yo no puedo evitar recordar una y otra vez cómo se me puso la piel cuando entré al Sambodromo por primera vez. Si os digo que incluso hubo ciertos momentos en los que creía que iba a quedarme sin ella... parecía que me despellejaba viva. Creo que mi mente europea no llega a comprender la magnitud que puede llegar a sentir un carioca cuando sale a romper con la pista, cuando sale a animar y a cantar las canciones de su escuela o cuando se deja el cuerpo y se derrama en sudor hasta que le falta el aire. A mi como mucho me queda observar y a aprender a sentir desde mi posición de extranjero. Fijaos lo que os digo cuando digo APRENDER A SENTIR. El Carnaval para ellos, aquí, es necesario, porque hace que recordemos que aunque no creamos en nuestra libertad, en verdad somos dueños de nosotros mismos hasta cuando creemos que no lo somos. Ayer entre el sueño y la agitación, vi amanecer en Sapucaí. Tuve que parpadear muchas veces para creérmelo.




martes, 14 de marzo de 2017

RJII: A gente da pele dourada




13/02/2017


                     Cuenta una leyenda que en una parte de América del Sur existen unos habitantes con una piel tan dorada que parece oro líquido. Estas personas tienen la capacidad de aguantar las horas más calientes del día, y cuando llega la noche sus pieles se vuelven piedra oscura que metamorfosea en carbón brillante. Los habitantes del Sur parecen tener una piel muy dura, pero en verdad tienen una capa tan fina, que cualquier vibración que los roza se vuelve música celestial, y cualquier brillo existente, se convierte en poca cosa.




(Arraial do Cabo, 2017)


domingo, 12 de marzo de 2017

RJI


      Buenas de nuevo. Siento haber estado tan ausente por estos lares donde nadie me ve, pero hace cosa de unos días volví de lo que para mí ha sido, un viaje 'salvavidas' o al menos de momento, lo parece.
No tengo mucha intención de contaros a viva letra de dónde proviene la fuerte ligazón que mantengo con Rio de Janeiro, sino que más bien quiero que lo veáis, lo intuyáis y saquéis vuestras propias conclusiones. 

Huelga decir que si no he puesto nada por aquí, es que efectivamente apenas he escrito nada estando allí. Ya sea por cobardía o por pereza lo que sé es que en los últimos años me he dado cuenta que muchas veces tengo ganas enormes de escribir sobre algo pero en el preciso momento de contemplación no encuentro las palabras correctas. Por tanto, lo que acostumbro a hacer hoy en día es dejar pasar un tiempo, un tiempo que para mí supone un ejercicio de interiorización y de contraste muy fuerte, y que a su vez se mimetiza con eso que yo denomino "idealización o ficcionalización" y que terminará por sembrar lo que más tarde dará lugar a la experiencia hecha letra. 
En pocas palabras, necesito mi tiempo y espacio para asimilar lo vivido y poder escribir. Y sí es posible, seguir nutriéndome de esa experiencia por mucho tiempo. Alimentando más si cabe esa morriña, manteniendo siempre viva la 'saudade'. 

El caso es que a veces y por naturaleza de la escritura, memoria e ideal se entremezclan, y tal vez muchas cosas se vean desvirtuadas por la pasión que siento por esta ciudad. Así que, solo me resta ofreceros dos alternativas: disfrutar en la manera en qué el texto se os preste o, no os creáis nada de lo que os cuento, probablemente sea producto de una mente adormecida en un sueño placentero del que no quiere salir.

Aviso a navegantes que mi lenguaje está cuanto menos flaco. Hablar de Rio requiere poner la mente en Rio, lo que quiere decir que tengo que escribiros en portugués. Pero como escribir en portugués aún no es lo mío, asumo que escribir en español sea lo más sensato para aquel hispanohablante que por casualidad, pase por aquí. 

En mi tierra de nadie, en donde ya no sé a veces en qué lengua sueño, mi único propósito es poder pintaros a tientas lo poco que pude ver entre tanta selva, y que al igual que me ocurre a mí siempre que sitúo mi mente y mi cuerpo al otro lado del océano, es que de repente os entren ganas locas de huir hacia allí. 

Por el momento comparto un textito que escribí la noche después de ver el atardecer en la Praía do Arpoador. Siempre hay una primera vez para todo. Ese día yo vi un atardecer de verdad, a modo de espectáculo teatral a 360 Cº. La naturaleza y el urbanismo de la mano, salvajismo y civilización en danza capoerística. 
Más pronto que tarde sabréis de lo que os hablo. 



16/02/2017


              "Todo repleto de gente: amigos, parejas, solitarios, solteros y turistas. Mucha gente y una gran roca. El ruido de las olas se escurre, el mar mece a los surfistas que paran en seco para contemplar la estampa particular. Todo el mundo mira al mismo punto (o no mira). Unos beben, otros meditan. El mar y el cielo, todo en conjunción. La luz y la sombra en un mismo cuadro crean una pintura extraordinaria, y debajo, nosotros, los seres pequeñitos, dejamos de tener un significado para apenas fundirnos con los tonos que se van creando. Todo cambia con cada segundo que pasa y el sol va muriéndose. Y la gente se despide, se emociona, todo se embriaga. Agradecemos la vida... vivida, la prorroga, el día pasado. El Sol se convierte en ese rey omnipotente y Rio, en ese palco donde sucede la coronación íntima. Aplausos. El Sol ha sido engullido por el gigante verde para después ser devuelto y resucitado y que nosotros, fieles espectadores, vayamos de la mano junta a él (...) Ra duerme y yo cierro los ojos, congelo este momento en el tiempo y lo salvaguardo en un instante que alcanzará el grado de inmortal. Mío, es mío".