miércoles, 15 de marzo de 2017

RJIII: Enredo carnavalesco




                  Solo cuando cruzas la puerta para entrar en el sector que te ha tocado, es cuando te das cuenta de lo que estás apunto de presenciar. Dice la canción de Portela quem nunca sintiu o corpo arrepiar ao ver esse rio passar y yo no puedo evitar recordar una y otra vez cómo se me puso la piel cuando entré al Sambodromo por primera vez. Si os digo que incluso hubo ciertos momentos en los que creía que iba a quedarme sin ella... parecía que me despellejaba viva. Creo que mi mente europea no llega a comprender la magnitud que puede llegar a sentir un carioca cuando sale a romper con la pista, cuando sale a animar y a cantar las canciones de su escuela o cuando se deja el cuerpo y se derrama en sudor hasta que le falta el aire. A mi como mucho me queda observar y a aprender a sentir desde mi posición de extranjero. Fijaos lo que os digo cuando digo APRENDER A SENTIR. El Carnaval para ellos, aquí, es necesario, porque hace que recordemos que aunque no creamos en nuestra libertad, en verdad somos dueños de nosotros mismos hasta cuando creemos que no lo somos. Ayer entre el sueño y la agitación, vi amanecer en Sapucaí. Tuve que parpadear muchas veces para creérmelo.




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