domingo, 12 de marzo de 2017

RJI


      Buenas de nuevo. Siento haber estado tan ausente por estos lares donde nadie me ve, pero hace cosa de unos días volví de lo que para mí ha sido, un viaje 'salvavidas' o al menos de momento, lo parece.
No tengo mucha intención de contaros a viva letra de dónde proviene la fuerte ligazón que mantengo con Rio de Janeiro, sino que más bien quiero que lo veáis, lo intuyáis y saquéis vuestras propias conclusiones. 

Huelga decir que si no he puesto nada por aquí, es que efectivamente apenas he escrito nada estando allí. Ya sea por cobardía o por pereza lo que sé es que en los últimos años me he dado cuenta que muchas veces tengo ganas enormes de escribir sobre algo pero en el preciso momento de contemplación no encuentro las palabras correctas. Por tanto, lo que acostumbro a hacer hoy en día es dejar pasar un tiempo, un tiempo que para mí supone un ejercicio de interiorización y de contraste muy fuerte, y que a su vez se mimetiza con eso que yo denomino "idealización o ficcionalización" y que terminará por sembrar lo que más tarde dará lugar a la experiencia hecha letra. 
En pocas palabras, necesito mi tiempo y espacio para asimilar lo vivido y poder escribir. Y sí es posible, seguir nutriéndome de esa experiencia por mucho tiempo. Alimentando más si cabe esa morriña, manteniendo siempre viva la 'saudade'. 

El caso es que a veces y por naturaleza de la escritura, memoria e ideal se entremezclan, y tal vez muchas cosas se vean desvirtuadas por la pasión que siento por esta ciudad. Así que, solo me resta ofreceros dos alternativas: disfrutar en la manera en qué el texto se os preste o, no os creáis nada de lo que os cuento, probablemente sea producto de una mente adormecida en un sueño placentero del que no quiere salir.

Aviso a navegantes que mi lenguaje está cuanto menos flaco. Hablar de Rio requiere poner la mente en Rio, lo que quiere decir que tengo que escribiros en portugués. Pero como escribir en portugués aún no es lo mío, asumo que escribir en español sea lo más sensato para aquel hispanohablante que por casualidad, pase por aquí. 

En mi tierra de nadie, en donde ya no sé a veces en qué lengua sueño, mi único propósito es poder pintaros a tientas lo poco que pude ver entre tanta selva, y que al igual que me ocurre a mí siempre que sitúo mi mente y mi cuerpo al otro lado del océano, es que de repente os entren ganas locas de huir hacia allí. 

Por el momento comparto un textito que escribí la noche después de ver el atardecer en la Praía do Arpoador. Siempre hay una primera vez para todo. Ese día yo vi un atardecer de verdad, a modo de espectáculo teatral a 360 Cº. La naturaleza y el urbanismo de la mano, salvajismo y civilización en danza capoerística. 
Más pronto que tarde sabréis de lo que os hablo. 



16/02/2017


              "Todo repleto de gente: amigos, parejas, solitarios, solteros y turistas. Mucha gente y una gran roca. El ruido de las olas se escurre, el mar mece a los surfistas que paran en seco para contemplar la estampa particular. Todo el mundo mira al mismo punto (o no mira). Unos beben, otros meditan. El mar y el cielo, todo en conjunción. La luz y la sombra en un mismo cuadro crean una pintura extraordinaria, y debajo, nosotros, los seres pequeñitos, dejamos de tener un significado para apenas fundirnos con los tonos que se van creando. Todo cambia con cada segundo que pasa y el sol va muriéndose. Y la gente se despide, se emociona, todo se embriaga. Agradecemos la vida... vivida, la prorroga, el día pasado. El Sol se convierte en ese rey omnipotente y Rio, en ese palco donde sucede la coronación íntima. Aplausos. El Sol ha sido engullido por el gigante verde para después ser devuelto y resucitado y que nosotros, fieles espectadores, vayamos de la mano junta a él (...) Ra duerme y yo cierro los ojos, congelo este momento en el tiempo y lo salvaguardo en un instante que alcanzará el grado de inmortal. Mío, es mío".



No hay comentarios:

Publicar un comentario