martes, 24 de enero de 2017

CRÓNICA DE UNA POLÉMICA

                

Y los límites entre realidad-ficción en el terreno periodístico



             Resulta sorprendente la disposición que tienen algunos temas, de trascender ya no solo en el tiempo, sino de los mismos hábitos en los que nace. Con esto me refiero al intenso debate que se originó allá por Enero del 2011 entorno a los límites entre Realidad y Ficción dentro de lo que se podría denominar ‘nuevo periodismo’ o ‘prensa de opinión’. La polémica en torno a la Realidad y la Ficción llega a nosotros no sin antes experimentar múltiples variaciones. Esta se remonta a tiempos helénicos, cuando Aristóteles nos exponía en su Poética una concepción bien distinta de lo que hoy se considera ficcional, y nos decía que una ficción, siempre y cuando se basase en los principios fundamentales de la verosimilitud, consistía en una copia de la Realidad. Como iremos viendo a lo largo del presente debate, el concepto de ficción ha transmutado bastante (casi rebajándose), hasta llegar al punto de convertirse en una mentira. 
Para comprender en toda su amplitud esta polémica (que ni mucho menos se centra únicamente en el debate Realidad/ficción) tendremos primero que hacer un breve repaso de los artículos que van surgiendo como ramificaciones entorno a un desafortunado (para unos, para otros no tanto) artículo que publicó el conocido académico Francisco Rico. En verdad, el artículo no es desafortunado del todo, pero sí lo pueden llegar a ser las últimas palabras que este coloca para cerrar su, cuanto menos, curiosa crítica: En mi vida he fumado un solo cigarro. Me explico y procedo. 
Rico, en una buena mañana de Enero (más concretamente del día 11, a los datos me remito pues será importante para el transcurso de la “trama”) en un impulso apasionado decide volcarse con los fumadores de toda España y arremete contra la Ley antitabaco vigente desde el 30 de Diciembre del 2010. Su alegato se basa en condenar una ley que califica como golpe bajo a la libertad, muestra de estolidez y vileza y que se engendra en una actitud inquisitorial y celo puritano. 

Uno al leer el artículo, (mejor si eres lector fumador), siente una cierta simpatía hacia el escritor e incluso llega a sentirse identificado con su forma de pensar. Todo este sentimiento se ve frustrado cuando Rico cierra su discurso con la frase de marras, sumiendo al lector en una ingrata confusión, el cual damos por sentado que sabe perfectamente que Rico vive pegado a un cigarrillo. Con esta consigna (aparentemente inocente), Rico enciende la mecha que faltaba por encender y provoca que algunos de los periodistas más importantes de España combatan a base de mucha retórica y mucho saber, acerca de lo que es o no es lícito escribir en prensa. De este modo, los interrogantes irán surgiendo y fluyendo a medida que van pasando los días. 

El 13 de ese mismo mes, Cercas se solidariza con su compañero del País, y sale en su defensa escribiendo ‘Rico, al Paredón’. Tras la lluvia de críticas que avasallan a un Rico, sorprendentemente indiferente, y que más tarde llegaran a dominio incluso de la ‘Defensora del Lector’, el escritor extremeño decide tomar cartas al asunto, y lleva la polémica al terreno que mejor maneja, las limitaciones entre lo factual y lo real. Este en primer lugar, le resta importancia a las palabras de Rico, y aboga por la ironía y el humor. Crítica asimismo a aquellos que no son capaces de reírse de cosas que son más que obvias, pues está claro que Rico ha querido poner la nota de humor a tan escabroso asunto. Tal vez los lectores tan alienados como lo son los que han demostrado tomarse con tanta enjundia este suceso, deban merecerse ser castigados sin el dichoso vicio. 
El caso es, que estas últimas palabras abren la veda a diferentes cuestiones, entre otras, ¿Hasta qué punto es lícito utilizar mentiras poéticas para defender verdades? Es más ¿Hasta qué punto es lícito usar retoricismos poéticos en artículos periodísticos? ¿Cuáles son los límites entre periodismo y literatura? ¿Es tan serio el periodismo como para ni tan siquiera permitirse (en un artículo de opinión) meter alguna que otra puntilla literaria? Las cartas están sobre la mesa, y los límites entre ambos bandos, que al parecer no han estado tan unidos como creíamos, quedan peligrosamente diluidos. 

Cercas en palabras de Raymond Carr resuelve una de las cuestionas planteadas de una forma un tanto romántica. Si la historia, que es un conjunto de datos puede llegar a ser interpretación imaginativa del presente, por qué un artículo, que es más de lo mismo, no iba a funcionar de la misma manera. El periodismo, partiendo de la base de que nunca ha conseguido desprenderse del todo de la subjetividad (y más en nuestro país), se basa en continuas interpretaciones. Lo que, por tanto, ha hecho Rico en este caso, es llevar la interpretación al nivel de lo literario y se ha tomado la libertad de convertirse en una especie de Rimbaud, o lo que es lo mismo, ha decidido ser otro por un momento y desdoblarse de sí mismo para decir lo que le venía en gana. La cuestión que más tarde se planteará con respecto a esto es sí este mismo afán de Je est un autre no le habrá jugado una mala pasada al escritor y no será esto lo que le haya restado credibilidad como periodista, colocándolo en el temible lado de inverosimilitud. 

La verdad por bandera siempre Señor Rico, o eso mismo reivindicaba Milagros Pérez alías ‘defensora del lector’ (aunque más que defensora, parece una tirana de verdades absolutas) en un artículo ‘La impostura de un Fumador’ (16/01, El País) publicado esa misma semana en el País. Alegatos que se repetirán hasta la saciedad en el posterior artículo ‘En defensa de Cercas y de la verdad’ (20/02, El País), fruto de una tergiversación y extrapolación de las declaraciones hechas por Cercas en favor de su amigo, por aquel entonces, primer artículo que abrió todas las vedas. 

Sin tapujos, la Defensora, acusa a Rico de faltar al principio fundamental del periodismo, la verdad. Aquí ya indirectamente se da a entender que el periodismo es un sistema de comunicación basado en unas normas, y por analogía, la literatura también ha de serlo. La cuestión parece ser siempre mantener a cada uno en su lado, sin que nunca lleguen a mezclarse para que ninguno pierda su supuesta esencia. 

Este libre uso de lo ficcional, automáticamente deja a Rico como mentiroso, y por supuesto, “de ningún modo se pueden defender verdades con mentiras”. Esto, nos lleva a la Mentira ficticia para mostrar una Verdad moral que proponía Cercas en ‘Rico, al Paredón’. Entonces ¿Por qué Rico no puede recurrir a mentiras poéticas para mostrar verdades morales? Pues precisamente por ser eso, poéticas, pura ficción, y por consiguiente mentiras que de ningún modo casan con la verdad que defiende el periodismo y que al parecer, es inamovible. Y contra esto mismo es precisamente contra lo que arremete Cercas, contra los paladines del oficio, escritores alienados, subordinados a una serie de reglas que no trascienden, no progresan. 

Milagros Pérez, mientras tanto, se mantiene aferrada a la postura de hacer un periodismo serio, adaptado siempre a la seriedad que el artículo requiera. Por eso mismo no entiende como Rico ha podido burlarse de una noticia como la de ese calibre, no solo creando un enunciado innecesario, sino ambigua y falaz, y que lo desacredita por completo como periodista.

Por si la gresca no fuera poca, Antoni Espada4 se suma al “clan de periodistas indignados” y aporta su granito de arena. En un arrebato de solidaridad con el académico, estrecha aún más si cabe las lindes de la realidad y lo ficcional con su artículo ‘Gato, al agua’ (15/02, El Mundo) en donde se da a entender que el arresto de Cercas (arresto que nunca se llevó a cabo) en un prostíbulo de Arganzuela puede haberse visto influido por una trama de explotación sexual que se estaba dando allí mismo. El caso es que ya sea por unas cosas o por otras, el País al día siguiente pública un titular de este pelo: ‘Arcadi Espada lanza el bulo de que Cercas fue detenido en un prostíbulo’, calumnia que más tarde Arcadi desmentirá en ‘De vuelta del Burdel’ y en la interesantísima serie de artículos del Mundo, ‘Un Lupanar en Arganzuela’ (I-VII). 

De este modo, nos encontramos con que el tema de la Realidad y la Ficción reaparece en todo su esplendor y se vuelve más lacerante que nunca. Lluis Bassets aprovechando el tirón, y haciendo amago de un profundo amiguismo con Milagros Pérez (compañeros de periódico) escribe el mismo 16 de Febrero ‘Mentirosos’, contraponiendo los juegos literarios realizados tanto por Rico como por Espada. Bassets no justifica a Rico, pero mucho menos se vuelca con Espada, a quien califica de mentecato inflado de vanidad. La mentira poética de Rico es permisible en tanto en cuanto no hace más daño que a sí mismo (y a su credibilidad), mientras que la mentira de Espada traspasa las fronteras de lo políticamente correcto causando un bulo grave entorno al periodista. De este modo, y de manera irrevocable, los límites entre periodismo y literatura quedan totalmente delimitados, propósito que buscaban obtener desde el principio los férreos perseguidores de la verdad. De todos formas, esto no quiere decir que la batalla este ganada, sino que simplemente las cosas han vuelto al punto en el que empezaron. 

Otro de los aspectos que cabría destacar, es la muy acertada asociación que hace Antoni Espada con respecto a estas cuestiones. En ‘Lupanar en Arganzuela’, más concretamente la numero VI. Espada recomienda la lectura de un artículo que habla acerca de la foto que le valió a Kevin Carter el Premio Pulitzer en 1994. Al parecer, la imagen no fue sacada en propósito de ser una metáfora del mundo capitalista, sino que fue el simple fruto de una casualidad que se vio convertida en símbolo. Con este ejemplo, Espada busca ejemplificar aquello mismo de lo que nos hablaba Cercas, de la mentira poética, esa mentira ficcional que nos lleva a las verdades morales. La clave reside en el efecto que consigue una imagen que en principio es falaz, pero consigue llegar a los corazones de la gente. El niño africano se convirtió en metáfora y símbolo, sin quererlo, y no por eso dañó a alguien. Y la imaginación, subjetiva por naturaleza, es la que nos lleva a esto. La capacidad inherente del ser humano a imaginar, y por supuesto, a mentir. 

Como podemos comprobar, después de esta oleada de fechas, artículos y nombres la encarnizada lucha por el dominio de la palabra, produjo unos frutos que abrieron un debate altamente necesario y que sigue creando controversia hoy en día. 

Yo personalmente prefiero inclinarme en la balanza de Cercas, quien termina de exponer (y aclarar) todo este entresijo de cuestiones en una carta a dirigida a la Defensora del lector (21/02, El País): que el periodismo, como la historia o la ciencia, no es una mera acumulación de datos sino una interpretación de los datos, y que toda interpretación conlleva el uso de la imaginación (…) instrumento indispensable para alcanzar la verdad. Esto, sin tener por qué dar cabida a la dicotomía verdad/mentira, aludiendo simplemente a los métodos pertinentes para dar con un verdad que se ajuste al modo de vida de todos y que no tenga por qué estar desligada por completo del terreno literario. Y si no, que no pongan a literatos escribiendo columnas, porque como bien dice Julián Marías “por la boca muere el pez y el hombre por la palabra” vamos, que se nos va la fuerza por la boca y a un escritor de novelas, no vayamos a pedirle que no saque sus dotes literarias. 

En lo que a mí respecta, como lectora carente de experiencia, me decanto por la posible finalidad irónica que pretendía hacernos llegar Rico, quien en un tono jocoso aprovecha la legalidad de un asunto para hacer un llamamiento a la libertad y la risa. En verdad si lo pensamos bien, se trata de una contradicción hecha arte, que solo pretende escandalizar un poco, salirse de los cánones que los paladines del oficio inútilmente se empeñan en establecer. A Rico no hay quien lo tosa y él lo sabe. Y también sabe que  un conflicto de tal calibre en torno a realidades y ficciones podía perfectamente darse. Por eso gozando de una posición de mediador entre el periodismo y la literatura, Rico se permite el lujo de recurrir al Je est un autre (al que ya había hecho referencia Goytisolo en 2010), haciendo de un procedimiento narrativo algo lícito de los artículos ensayísticos y de opinión. 

Si bien es cierto que el lector que no conozca la fama tabaquera del académico puede haberse creído sus palabras y tras comprobar la falsedad de las mismas, se haya pegado un buen disgusto, el enunciado a modo de epitafio no deja de tener un tono burlón. Incluso puede que solo se tratase de un gran juego de palabras, que termina por ponernos ante un dilema digno de un razonamiento silogístico. Pues rico no se fumó un solo cigarro en su vida, sino que se fumó incontables cigarrillos. Y en la clave de su formulación es donde, tal vez, resida la respuesta. 




lunes, 23 de enero de 2017

Poco a poco voy desollando...


(08/2016)


Poco a poco desollando 
Capas de polvo aferradas al cuerpo.

Quisiera poder abnegarme
Y entregarme al sinsabor de la noche.
Aquel, que me encauza sin salida a la angustia
De no tenerte de repente,
De alejarte apenas me pierdo entre la gente. 

Conectados por hilos imperceptibles al resto
No sabes cómo alimentas
El frío de este pobre verso.
Amor en migajas, retazos rotos de copas,
Espejismos en nebulosa que deambulan en el aire. 

Añicos mis reflejos al verte
Pierdo el sentido cuando pretendo encontrarme.
Malas rimas, besos ripios que no sirven.

¿Para qué manifestarme?
Si cuando deseo escribirte
No puedo expresarme.
Transmitir el tumulto, cúmulo de sensaciones
Que se vieron derramadas por la sangre más caliente.

Resulta increíble
Que existan modos para acercarnos,
Que no hagan más que separarnos.

Tú y yo,  de la mano, en lucha implacable
Con brazos que miran
Hacia diferentes horizontes.

Lenguajes anticuados
Una mirada indescifrable.
Caminos que se entrecruzan 
Para finalmente disiparse. 

El dolor de verte diferente
De saborearte y no tenerte.
De poder oírte pero no escucharte,
Mirarte queriendo verme
Y observar que ya no estás,
Que no te encuentras en mi lado.
Que el frío se ha vuelto más frío
Desde que ya no es suficiente tu abrigo. 

Nada queda de lo que fuiste
Nada que ver,
Nada…
Me sumerjo en la nulidad
De lo que fuimos y no seremos,
 hace tiempo que dejamos de ser.

Me sumerjo en la inconsciencia.
En la incontinencia de no poder 
Frenar el reloj cuando la vida dicta
Que hay mejores cosas que hacer
Que ir andando a tientas.

Cuanto más mal me quieres
Más me alimentas.
Utopías que revientan,
Idealizaciones que se sueñan
En tiempos perecederos.

Tiremos a la basura los buenos recuerdos,
Sigamos jugando a que cada vez
Nos queremos menos. 

                 Mientras,

poco a poco, me voy desollando,
De polvo, capas y capas que se aferran al cuerpo.
A veces quisiera poder abnegarme
Y entregarme…  
Supongamos,
Una vez más, 
Al miedo. 

Miedo de no encontrarte, de no tenerme
Pavor de perderte, de nuevo perderme.
Dejar de ser yo para serte, 
Traicionarme y besarme.
Despertarme en la noche gritando tu nombre.


                        La misma historia de siempre.



Entonces, eterno se quedó pequeño


(10/2013)


El mundo, ese mismo que nos ha separado, que nos ha reunido,
que me da ha dado el regalo de temblar por tus ojos
de beber de tus manos, de hincharme el pecho cuando te beso 
que me ha dado el placer de conocer tus adentros.
El mismo que me ha dado el nerviosismo, de desvivir si tú estás lejos
de conocer el miedo si no te tengo, que me dio la inspiración 
cuando sentí que te había perdido.

De ser un artista indefenso, y un poeta que está muerto
que solo vive para morir en tus ojos, que solo se encuentra
cuando inventa Castillos, atardeceres en la Toscana,
velas que se apagan por el susurro de un te quiero
y un cosquilleo en la espalda, un dedo furtivo en la nuca,
una lengua de hielo que divisa el horizonte,
que se moja con el agua de las duchas que veremos, 
y que choca contra tu sonrisa, estrepitosamente.

Los sueños que cumpliremos, las metas que lograremos,
todo está tan cerca que quema, pero yo lo quiero vivir ya todo
porque quiero saborear el mundo contigo, compartir mis ojos
que tú me veas por dentro, cada segundo, y me comas las entrañas.
Te dejo eso, te dejo todo, hasta esos detalles que no me salen. 

Para que veas, te dejo el humo del cigarro por si lo quieres,
pero por el amor del destino que nos ha unido,
quémate conmigo también, y déjate hacer a fuego lento
porque tenemos todo el tiempo del mundo,
y yo ya no sé tocar las nubes, si no es contigo.


domingo, 22 de enero de 2017

Lado tierno del olvido


(¿?/ 2012)


Las caladas esta noche, ya no huelen a despedida
ya no duelen  las rozaduras de las quemaduras,
de tus besos huecos en el silencio,
del eco de tus sollozos,
que regresan a mí, en esta tétrica noche.

Aun viajo en el asiento a destiempo,
aun bailo las canciones al compás del viento,
qué decir, pues no siento ni padezco, 
aquel fantasma de lujuria,
aquel derroche en el fondo de tú coche.

Sé, que buscábamos sosiego,  rincones,
buscábamos dónde sabernos tiernos.
Y nos encontramos dando girones,
tan duros, como piedras al choque,
creando lumbre que nos alumbre,
creando alambre, que nos sostenga.

Y que sostenga pido, a este  hilo de la noche 
que te sujete un momento más en este instante
que dulcifique tu severo semblante
aquel que escapó con rumoroso sigilo,

Aquel que escarbó las ruinas de mi mente
perdidas en los pasos del olvido.


Manual de una mirada


( ¿?/ 2012)


Una mirada de soslayo, un corazón oxidado
inadvertido, entre la gente.
Una soledad en un minuto de silencio,
cualitativo es el hecho de que intento contarte.

Pequeños placeres en esos detalles,
imperceptibles tus guiños en la bruma,
del velo de unos ojos que no saben verte,
la carga de un miedo a saber entenderte.

Pequeños gestos cruzan océanos de viento
dignos de un braille sin entendimiento
y un cuento que no supe relatarte, 
con puntos suspensivos que escupían segundas partes.

Y aquí estoy, en un intento de tirar el
manual que me permite verte entre la gente.

Pero me descubro, con el pecho abierto
delirando de libertad, desnudo de limitaciones,
inhalando cada segundo que compartimos
y que sabe a divino, auténtico... utópico. 

Fructífera la noche en que te miré a los ojos,
 me redescubrí y me descubrí  de mis miedos,
de ese velo impregnado de un verde esperanza,
esperanza que me decía desde tan adentro:

- Cierra los ojos, vamos a contarnos cuentos
que solo tú y yo entenderemos.


sábado, 21 de enero de 2017

Amor, ese constante improvisado


(¿? / 2013)




Todas las veces muero en ese mar de tus ojos,
ese oscuro pasatiempo de tu mirada.

Cuando duermes, es el duende que 
se sumerge en las curvas de tu anatomía,
pestañeas, y es el mundo quien se mueve,
y un cobarde que se rinde, 
y un amor que ya no escuece.

Dueño eres de mi tiempo, de la voz, de los acordes,
de las agujas que disipamos mucho antes de chocarnos.

Me enseñaste a mordernos sin hacernos daño,  
a contar mentiras con los puños cerrados y los ojos
labrados, los labios tatuados, de-liberaciones sin lucro,
y cosquillas en la punta de los dientes.

La ligereza es tu bandera, y tus manos, mi bálsamo.
El fluir de tus palabras quienes acompasadas
bailan con el susurro del tictac que te pertenece,
despertándome. 

Pero cómo explicarle a este mundo,  
lo que es saberse enredar en tu pelo
y el cúmulo de sensaciones que me mueve
cuando arrebatados soltamos riendas.

Que por mucho que verse tu cuerpo,
y por mucho que poetice tus dedos,
que me guían en tu figura interminable.

Por más que lo intentara,
no conseguiría rimarte con un beso.


Caos


(¿? /2013)



Recuerdo, que contábamos la estrellas una a una sin perdernos
tú, bueno en el arte de los números,
 yo, perdida en un caos de letras.
(Todo hecho a nuestra manera)

Éramos la alquimia mal elaborada, una piedra filosofal en plomo tallada.
La Nada antes de esa gran explosión, que más tarde se hizo llamar
big bang. Así de grandes eran nuestras dudas, y la persecución de unos
sueños rotos y uñas clavadas en el techo de nuestros cielos, 
                 plagados de leyenda inventada.

Recuerdo que nos sentábamos en el suelo, para olvidar, que ahí, en el cielo,
los sueños con rozarlos, quemaban y nos conformábamos con verlos relucir,
con el culo en el frío y las manos sucias, y las aletas de la nariz abiertas,
por sí caían polvos de hada que nos hicieran subir.

Creíamos, que con los ojos bien abiertos veríamos pasar el momento
de coger las maletas del coraje. Pero nos alcanzó la cobardía de cuclillas y
nos pellizco las pestañas, y las musarañas crecieron en el jardín. 
Entonces,
dejamos de ser Nada,  para ser Caos.

Recuerdo porque la razón me lo dicta, porque no sé hacer otra cosa,
porque  cuando abriste los ojos, los cerré. 
Recuerda que tú eras de números y contabas las estrellas, 
que yo estaba perdida en las letras
y que leía en ellas lo que tú no podías ver. 



viernes, 20 de enero de 2017

Se masca la Tragedia


SE MASCA LA TRAGEDIA


Veinte de enero del dos mil diecisiete
Cuando se mueran
—y se despierten en el infierno—, 
les parecerá un día normal.
Dictamina Iribarren, 
Con esa voz de quien no se corresponde.
Dos filas más adelante, una mujer,
A la que solo puedo verle unos desarrapados guantes
Y  unos deditos muy finos, 
Temerosos, tal vez, de una posible y desalentadora revelación
Escriben con vergüenza en un trozo de hoja
la palabra Tragedia.

Yo, presenciando esto
A duras penas consigo escuchar más versos.
Pienso mientras suena de fondo
Lo que aquí en la tierra se ha ido forjando.
Un Infierno constante conmigo,
 y con todo lo demás que no tiene nombre.

Miro a la mujer de los guantes y los dedos finos,
De las gafillas que asoman por la comisura de la cara,
Y llego a la conclusión de que prefiero vivir un Infierno conmigo
A compartir el calor de las llamas con ese otro 
Que apenas, se merece nada.

Como ese periódico que no supo
Que un día fue protagonista.
Tú, mujer de los guantes y los dedos finos,
Fuiste, en apenas unos trémulos segundos, quien me enseñó,
Que no seré yo 
quien apunte algún día en una hojita
La Palabra Tragedia



(Valladolid, 2017)


miércoles, 18 de enero de 2017

Encontro com as raizes


Esse som da música que com sangue faz vibrar, 
música brasileira é como fazer o amor devagar, 
ao fogo quente que vem de dentro da alma e acorda ao dormido, 
faz sorri ao infeliz e faz chorar ao abençoado. 

¡Oh música da minha segunda terra misturada!, 
terra de escravo, de riqueza, de preto e de branco, 
só assim você me faz voar, só você me faz viajar até a outra ponta do mundo 
e me traz de volta num segundo. 

Me leva cedo, 
me leva samba de raíz, 
samba da terra que nos viu nascer e crescer...

Me eleva.



domingo, 15 de enero de 2017


Tú tómala, y verás como todo se disipa. Relájate, 
déjate transportar al mundo interior en donde ya nada importa.

El aleteo musical me atraviesa la columna hasta el templo. 
Un remanso de paz antinatural lucha por reclamar su lugar, y me venzo.



jueves, 12 de enero de 2017

La generación sin nombre




           Es hora que se escriba ya del nuevo fenómeno que se está generando ahora mismo y en el que nosotros, los jóvenes, somos protagonistas. Se está gestando una nueva poesía y no somos conscientes realmente de lo que eso supone, creo yo. Ya no solo en lo literario, sino en lo sociológico, en lo referente a los "gustos del consumidor". Y como bien dice el autor del artículo, la poesía de la experiencia (esa que un día fundó entre otros, Montero) ha muerto, porque todo tiene su momento y todo pasa. Ahora son los "hijos de la nuevas tecnologías" esos que un día leyeron - Dios quiera - a Irribarren, Wolfe, Reichmann, Bukowski, Kerouac, Cuenca, Prado y a un largo etcétera, quienes alzan su bandera. ¿Que está nueva poesía es una mierda? Probablemente, pero también lo era la novela romántica, el folletín o la literatura costumbrista comparado con lo que se venía haciendo antes, y ahí está, se estudia, porque es el reflejo de una época y nos sirve para conocerla.

Si nos fijamos, ahora, en la lista de los más vendidos lidera la poesía, porque los jóvenes la devoran. La poesía ha dejado de dar miedo. ¡Porque ya está bien de aristocratizarla! La poesía siempre fue integradora, y existe desde los albores para hacernos sentir identificados, para hacer que no nos sintamos tan solos entre tanta gente.
Los filólogos y aquellos que trabajan de la crítica tenemos/tienen al fin la ventaja de conocer al autor y de descubrir los motivos que lo llevan a escribir, sus referentes y modelos y las motivaciones que lo mueven a expresarse a través del formato poético (o lo que ellos entienden por este formato). Exprimamos eso, no nos dediquemos solamente a prestar atención en lo muertos.

Pese a quien le pese, el escritor ha pasado de ser un relegado social, a ser un modelo social que tiene la posibilidad de vivir de lo que le gusta, y no siempre se ha podido decir esto. 
¿Qué es poesía? pregunta el autor que nos traslada a la eterna cuestión becqueriana. Poesía es mercado (merchandaising como postula Diego), y lo lleva siendo desde el siglo XVIII, sólo que ahora este concepto ha alcanzado su máxima expresión. 
Ante nosotros tenemos un nuevo concepto de poesía, un nuevo y ávido público se despierta de ese letargo casi medievalesco. El que suponga una desvalorización o una degradación de la literatura es secundario. Es hora de mirar a la cara de la Poesía desde la producción y la difusión y por supuesto del contenido de esas letras, y dejar atrás tanto formalismo rancio e insulso.

En esos versos estamos nosotros y nuestras inquietudes de acuerdo al mundo que nos ha tocado vivir. Y aunque indudablemente no estén a la altura del arte de Góngora (las preocupaciones del siglo XVII eran otras muy distintas), son el reflejo y sombra de una era. Y Góngora y sus coetáneos un día también lo fueron, lo son.

Que la literatura tenga la capacidad de ser uno de los principales vehículos de una época, por muy desolador que pueda parecer, es algo, al menos para mí, tremendamente extraordinario.



  > http://www.oculta.es/opinion/poesia-nuevos-poetas/ 


lunes, 9 de enero de 2017

Juventud divino tesoro: In memoriam



           Entre estas vespertinas lecturas que vengo haciendo últimamente, encuentro un texto que un día hice con el ingenuo (Dios quiera genuino también) ánimo de entender Rayuela. Huelga decir que nunca terminé Rayuela, y que sin embargo, sí que leí sus pameos y prosemas, o sus 'Historias de Cronopios y famas' con mucha ávidez.  Pero con Rayuela sigo esperando aún el momento en que esta se deje encontrar, porque no soy yo que se evade, sino que es ella quien se esconde. Y no bromeo.
Leo, me releo, y me doy cuenta de cuánto ha cambiado todo. La verdad sea dicha, hay cosas que uno pierde por el camino y cuando quiere darse cuenta, ya se ha hecho demasiado tarde.  Sí, mira, me refiero a esa frescura y esa ilusión, que sí me lees y te das cuenta, esbozan este textito. Esa forma despreocupada y jubilosa de escribir sobre la hoja en blanco sin la sombra de los prejuicios, sin ese repiqueteo del temor a que algo pueda estar mal escrito.  Y no como ahora, que me gobierna la dichosa autocrítica, de quien pretende forjarse en la meritocracia, sin apenas haber llegado a la - cracia, o la gracia. 
En fin, aquí ha una de esas reflexiones que escribe uno sin la presión de verse reflejado y herido sobre el folio. La imagen de la honestidad y la inocencia de un espadachín de letras, sin florituras, que habla con un corazón de lector ante todo, enaltecido y muy pero que muy esperanzador. 
Benditos tiempos.



                                                                                                                                                       26/07/2013


          4:37 de la mañana. Acostarme a las 23:00 después de estar meses y meses durmiendo a las 5 de la madrugada, no sé si fue una buena o suicida idea. Tengo el móvil jodido, el ordenador muy lejos y el Rayuela de Cortázar, creando polvo y lágrimas en el capítulo 13 desde hace unos días. No sé si os ha pasado alguna vez en vuestra vida como lector, de coger un libro que sabes que tienes que leer porque sabes que te enriquecerá, pero que lees y aunque quieras esforzarte no lo consigues entender en toda su amplitud. 
Algo así podría decirse que me ocurre con Rayuela

No me considero una persona que tiene que entender todo que lee, cada autor es único, como bien decía Croce, y cada uno tiene su propia interpretación de la vida, que nadie fuera de ésta, podrá llegar a comprender jamás. El lector solo vislumbra una cuarta, por decir nº al azar, parte de lo que el escritor quiere transmitir. No es que seamos tontos, es que nos esforzamos por conservar nuestra individualidad y nuestros valores. En mi caso puedo decir que entiendo poco por mi inexperiencia e ignorancia, no infundidas, sino inevitables. Materia filosófica, cantantes de jazz, francés sin subtítulos y un batiburrillo de extranjerismos que no entiendo pero entiendo que están ahí por algo, porque si es una buena literatura todo está calculado, vamos a ver, que es Cortázar. 

Como habréis podido comprobar, en un arrebato de pasión por el Canon hispanoamericano retomé mi sosegada batalla ante el inexpugnable Rayuela. Y para mi sorpresa que me encontré en el capitulo 21 sin ni siquiera haber mirado los números en el transcurso. He de decir que está claro que no entiendo hasta donde puede llegar la frustración filosófica y existencial de Horacio Oliveira, pero si, entender otras 'cosas'. 

Me llama especialmente la atención El Club de la Serpiente, que es por así decirlo, un grupo de amigotes que se juntan para hablar sobre mujeres, fútbol y sexo, sexo con mujeres, sexo con hombres, sexo. El facto determinante es que en esta historia, para no variar, se reúnen para hablar de Literatura, de la vida, de la batalla del hombre con el mundo. De la conservación de la calma en la tempestad del conocimiento, de recuperar del centro y el norte, pero nunca dejar de hacer preguntas. Algo que es sin lugar a dudas, vital, y eso es lo que sustenta al grupo. 

Todo esto acompañado de mucho jazz, tabaco, arte, Vodka, lluvia de París, y alguna mujer ,como Babs y más importante, La Maga, esa con nombre de Bruja, que sin serlo hace magia y esencia en la obra. Provista de una belleza salvaje, nacida y criada en Montevideo, maltratada por su padre y violada por el vecino borracho, y algún que otro más. Cruda, de semblante conciso, de serenidad y la calma de quien perdió la inocencia a los 13. Algo inculta, pero sagaz e inteligente. Y con ese aire atolondrado, haciendo preguntas a los chicos, que entre resoplidos y miradas al cielo la explican términos (ahí es donde aprovecho yo para enterarme mejor, gracias a Dios y a la existencia de La Maga) y después cuando menos se lo esperan, les esta dando lecciones de vida, cosas sencillas, tan sencillas, que ni ellos mismos alcanzan a comprender y que envuelven por inercia en ese halo de desconcierto innato. 

Es sorprendente como cada uno de sus integrantes tiene su propia historia, algo en lo que yo he pensado mucho. Nos pasamos la vida buscando una mediocre idea como es la media naranja, cuando en realidad buscamos alguien con historia, una historia que ofrecernos para poder adherirnos a ella. A veces encontramos una persona con una historia parecida a la nuestra, y conectamos de inmediato. Otras veces, de maneras muy diversas y dependiendo de como sea cada persona, huimos por su dificultad e incluso llegamos a amarla, pues, si conseguimos aclimatarnos a ella, la historia que compartamos será mucho más fuerte. Después llega que la relaciones se rompen y con ellas un parón en la historia mutua, pero nunca nunca, un borrón. Y qué narices es eso de la memoria selectiva, la memoria es traicionera, y con un simple olor te puede llevar a los lugares más recónditos de tu inconsciente, en donde guardaste el beso más amargo, y te redescubres con los pelos como escarpias en la negrura de una noche de verano. 

Cuando una historia mutua se rompe, lo más probable es que si fue intensa, se reencuentren ambas partes. No hablo necesariamente del amor romántico, sino de ese ideal que supone la complicidad. Eso que en esa nuestra sociedad posmoderna calificamos de destino, una sucesión y convergencia de historias, con sus consecuencias y sensaciones. 

Por eso creo firmemente, que no tenemos porqué renunciar a nuestros recuerdos, ya sean buenos o malos, sino aprender a vivir con ellos porque forman parte de nuestra Historia marcando la diferencia, y si seguimos ahí para rememorarlos es porque los superamos y somos lo suficientemente fuertes para latir en el mundo. Al igual que la Maga, que gracias a sus vivencias pone patas arriba toda esa parafernalia filosófica que tanto prolifera en el Club de Mala suerte. Y ya ni que decir si nos adentramos en la de la historia de Horacio Oliveira, en donde poco a poco se está haciendo un gran hueco en su corazón, en su mente y en su filosofía de vida.

Y por esto me gustan esta clase de libros, porque nos ponen en contacto con el mundo, nos activan la mente, nos la chamuscan hasta oler, y doler... pues si una obra como esta ha llegado hasta donde ha llegado, ¿será por algo, no?

Para ir cerrando con toda esta perorata yo venía aquí a deciros, más bien a rogaros, que no dejéis un libro (ojo con qué libro eh) en la página x por muy aburrido que sea y que lo intentéis al menos por aquello que corréis el riesgo de perder si escogéis el camino de la rendición.

     La mayoría de las buenos/grandes historias esconden toda su magia en el cuerpo, esperando a que alguien con el suficiente valor, sepa oler y tocar con sus dedos el dulce amargor de sus páginas.



domingo, 8 de enero de 2017

Epístola a un instante






Valladolid, 21/08/16



             Hoy mientras estaba en una cafetería robando wifi - sí, así estamos- (por cierto, cafetería de estas "antiguas" con mucho encanto) sonó esta melodía en mis cascos. Y justo enfrente había una parejita de ancianos tomando café sin decirse nada, simplemente mirándose. Y de verdad, que casi me emociono. Y no es que lo haga con frecuencia y tan fácil. Pero en ese mismo instante el mundo pareció tener consistencia, como si todo funcionase como tiene que funcionar. Yo lo llamaría Armonía. No sé, paranoias mentales del momento, pero nunca sabré decir con exactitud lo que sentí al observar esa escena. Puede que estuviese invadiendo algo que no me perteneciera, pero eso es lo que nos pasa a los curiosos; cuánto menos nos pertenece algo más nos interesa. Y gracias a ellos, a la música, a la armonía... Al qué se yo, yo descubrí algo que no sé qué es, pero que algún día, en otra mesa, con otra pareja, podré dilucidar.

Y al hilo con esto, no puedo dejar de citar una frase de Wilde que desde mi punto de vista, es tan esclarecedora: Podemos pasarnos años sin vivir en absoluto y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante. O como bien decía Lapidario en su artículo ‘Todo lo que necesito saber lo aprendí leyendo El Péndulo de Foucault’: Un momento único e irrepetible, una Ocasión, un instante de iluminación personal que le da significado. Yo sin duda, no podría haberlo expresado mejor.



Retahíla de vino tinto y sal

                                                                                                         
                                                                                                                               17/09/2014


Bebíamos del despecho las copas, riendo a carcajadas del destino,
pobres nosotros que no sabíamos el vaivén de las olas
que jugaban con tu pelo, como ver correr el vino.

Embriagados nuestros ojos, despertares inconclusos, 
de mañanas que no terminan, de deseos que nunca acaban.
De ese Yo insatisfecho de un lirismo incoherente
 incandescente tu mente que toca mis vertiginosos hilos.

Tu, yo, protagonistas secundaríos, y una obra digna
de un director derrotista. Quién olvidó meter guiones, 
quién no corrigió renglones, y se bebió la sangría 
que manaba de las pocas razones,
aquellas que no podíamos darnos.

Como ver correr el vino, con los parpados inundados
como ver correr las olas, que escaparon por tu manos.
Los abrazos que nunca dimos, los besos que no guardamos.
Los brazos que no agarramos, los adioses que sobraron
y que hoy por hoy... de poco nos han servido.



sábado, 7 de enero de 2017

Antipoética

01/04/2015


          Yo me pregunto ¿Quién es poeta? ¿Qué es ser poeta? ¿Poeta es aquel que escribe? El que lo hace mirando hacia abajo. Por qué manejas el verso y tratas de temas intensos y serísimos. Tal vez porque sacas lo que llevas dentro, lo escribes. Intentas dar un sentido lógico a lo que sientes y lo 'anotas' para que no se te olvide. Pero, ¿Quién dice que tú eres poeta? ¿Tú mismo? ¿Acaso tú mismo tienes el criterio suficiente para definir cuándo fuiste y dejas de ser, cuando empiezas a formar parte de ese grupo? Intento encontrar la invisible delimitación que existe entre ese lenguaje natural y ese musical de lo íntimamente literario pero al final, me doy de cara con la pregunta sin respuesta.

No solo existe la delimitación del lenguaje, sino del momento, ese momento trascendente, que culmina una etapa y da comienzo a otra. ¿Cuándo te conviertes en poeta? ¿Existe la llamada de un Genio que te indique "este es el momento" de seguir con un rumbo fijado? El momento de dar rienda suelta sabiendo al fin, lo que eres, porque ... ¿algún día tendremos que saber lo que somos no?

Es probable que el poeta nunca sepa que es poeta, porque vive en una constante lucha consigo mismo por no saber a su vez, si su poesía es el vivo reflejo de sí. Y eso, en realidad, es imposible. Porque transmutamos... porque nunca somos lo mismo, y por tanto, la poesía, o como quiera que se llame lo que nos emerge de dentro, nunca llegará a ser lo que nosotros queremos que sea.