viernes, 20 de enero de 2017

Se masca la Tragedia


SE MASCA LA TRAGEDIA


Veinte de enero del dos mil diecisiete
Cuando se mueran
—y se despierten en el infierno—, 
les parecerá un día normal.
Dictamina Iribarren, 
Con esa voz de quien no se corresponde.
Dos filas más adelante, una mujer,
A la que solo puedo verle unos desarrapados guantes
Y  unos deditos muy finos, 
Temerosos, tal vez, de una posible y desalentadora revelación
Escriben con vergüenza en un trozo de hoja
la palabra Tragedia.

Yo, presenciando esto
A duras penas consigo escuchar más versos.
Pienso mientras suena de fondo
Lo que aquí en la tierra se ha ido forjando.
Un Infierno constante conmigo,
 y con todo lo demás que no tiene nombre.

Miro a la mujer de los guantes y los dedos finos,
De las gafillas que asoman por la comisura de la cara,
Y llego a la conclusión de que prefiero vivir un Infierno conmigo
A compartir el calor de las llamas con ese otro 
Que apenas, se merece nada.

Como ese periódico que no supo
Que un día fue protagonista.
Tú, mujer de los guantes y los dedos finos,
Fuiste, en apenas unos trémulos segundos, quien me enseñó,
Que no seré yo 
quien apunte algún día en una hojita
La Palabra Tragedia



(Valladolid, 2017)


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