domingo, 8 de enero de 2017

Epístola a un instante






Valladolid, 21/08/16



             Hoy mientras estaba en una cafetería robando wifi - sí, así estamos- (por cierto, cafetería de estas "antiguas" con mucho encanto) sonó esta melodía en mis cascos. Y justo enfrente había una parejita de ancianos tomando café sin decirse nada, simplemente mirándose. Y de verdad, que casi me emociono. Y no es que lo haga con frecuencia y tan fácil. Pero en ese mismo instante el mundo pareció tener consistencia, como si todo funcionase como tiene que funcionar. Yo lo llamaría Armonía. No sé, paranoias mentales del momento, pero nunca sabré decir con exactitud lo que sentí al observar esa escena. Puede que estuviese invadiendo algo que no me perteneciera, pero eso es lo que nos pasa a los curiosos; cuánto menos nos pertenece algo más nos interesa. Y gracias a ellos, a la música, a la armonía... Al qué se yo, yo descubrí algo que no sé qué es, pero que algún día, en otra mesa, con otra pareja, podré dilucidar.

Y al hilo con esto, no puedo dejar de citar una frase de Wilde que desde mi punto de vista, es tan esclarecedora: Podemos pasarnos años sin vivir en absoluto y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante. O como bien decía Lapidario en su artículo ‘Todo lo que necesito saber lo aprendí leyendo El Péndulo de Foucault’: Un momento único e irrepetible, una Ocasión, un instante de iluminación personal que le da significado. Yo sin duda, no podría haberlo expresado mejor.



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