sábado, 21 de enero de 2017

Amor, ese constante improvisado


(¿? / 2013)




Todas las veces muero en ese mar de tus ojos,
ese oscuro pasatiempo de tu mirada.

Cuando duermes, es el duende que 
se sumerge en las curvas de tu anatomía,
pestañeas, y es el mundo quien se mueve,
y un cobarde que se rinde, 
y un amor que ya no escuece.

Dueño eres de mi tiempo, de la voz, de los acordes,
de las agujas que disipamos mucho antes de chocarnos.

Me enseñaste a mordernos sin hacernos daño,  
a contar mentiras con los puños cerrados y los ojos
labrados, los labios tatuados, de-liberaciones sin lucro,
y cosquillas en la punta de los dientes.

La ligereza es tu bandera, y tus manos, mi bálsamo.
El fluir de tus palabras quienes acompasadas
bailan con el susurro del tictac que te pertenece,
despertándome. 

Pero cómo explicarle a este mundo,  
lo que es saberse enredar en tu pelo
y el cúmulo de sensaciones que me mueve
cuando arrebatados soltamos riendas.

Que por mucho que verse tu cuerpo,
y por mucho que poetice tus dedos,
que me guían en tu figura interminable.

Por más que lo intentara,
no conseguiría rimarte con un beso.


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